Una de las malas prácticas que más afectan a la cadena de valor editorial es la falta de actualización de los datos/metadatos de los libros por parte del editor.
La vida pública de un libro empieza cuando el editor sube sus metadatos a ISBN/Dilve (según el programa al que esté suscrito), a ser posible al menos tres meses antes de la fecha de puesta a la venta. Con posterioridad, el editor debería actualizar en Dilve cualquier modificación o añadido en los datos del libro.
De esta forma, la información transmitida a toda la cadena de valor sería siempre la misma para todos los actores e igual en todas las plataformas: distribuidores, mayoristas, Cegal en Red, Todostuslibros.com, librerías, bibliotecas…
Sin embargo, la realidad es muy diferente.
Lo habitual es que el editor sólo suba la información de los títulos cuando los publica, y con muy poca antelación, y que luego se olvide de ello para siempre. Es decir, el editor no suele volver a entrar en Dilve para actualizar la información que haya modificado con posterioridad.
Normalmente el editor hace las correcciones y añadidos a los metadatos directamente en la base de datos del distribuidor. Eso cuando no las introduce el propio distribuidor, obligado a ello por la necesidad de informar bien los títulos en tienda para poder vender.
Pero muchas veces los títulos ni se actualizan ni se completan.
Y entonces hay libreros –los que tienen páginas web y entienden la importancia de la visibilidad– que invierten tiempo y esfuerzos en completar las fichas.
Por no comunicar, a veces no se comunican ni los cierres de las editoriales, que constan como vivas años después de su desaparición, por lo que sus catálogos se suponen también vivos y aparecen a la venta. Ni los libros descatalogados, ni los no disponibles.
De todo ello resulta la disparidad de información sobre los libros que se ve entre la web del editor, las de las diferentes librerías online y lo que el distribuidor envía a las librerías físicas. [No muestro ejemplos para no destacar a nadie de forma negativa, pero me sobran.]
Recordemos que los metadatos dan visibilidad a los libros, y que sin visibilidad no hay ventas. Por lo cual, resultado de este desinterés por los metadatos por parte de los editores perjudica seriamente a todos los actores de la industria editorial, afectando a la eficacia y eficiencia de la distribución y la venta de los libros.
La necesaria colaboración entre libreros y distribuidores para cruzar información sobre los libro
Las Normas para la Mejora de la Cadena de Suministro de Libros (Normas CSL) «son protocolos acordados por las asociaciones representativas de distribuidores (FANDE), libreros (CEGAL) y editores (FGEE), que tienen como objetivo mejorar de forma conjunta los procesos del tratamiento de un libro, desde que sale de la imprenta hasta que llega al lector, para propiciar reducción de costes y una mejor asignación de recursos. […]
Al respecto en su momento se desarrolló, en el marco de las Normas CSL, un Protocolo sobre Comunicación de Novedades (Norma CSL número 5) considerando que la transmisión de información por parte del Editor es el fundamento para adecuar muchos procesos en la cadena de suministro de libros, y debe considerarse por el propio Editor como una inversión y nunca como un gasto».
Como complemento a dicho protocolo, conscientes de que sumando información pueden obtener un beneficio mutuo en aras de esas eficacia y eficiencia en la comercialización del libro, libreros y distribuidores han elaborado método para la comunicación de incidencias referidas a Metadatos de Libros: la Plantilla para comunicar incidencias en Metadatos de Libros.
Se trata de una plantilla de Excel que “puede ser cumplimentada por Libreros y Distribuidores, para posteriormente trasladar esta información a los Editores respectivos, y corregirse las incidencias detectadas”. Es decir, una forma que los actores en la distribución y venta del libro tienen de decirle al editor que haga el favor de cumplir bien con sus obligaciones.
La plantilla de Excel contempla problemas relativos al título, subtítulo, autor, editorial, materia, fecha de publicación, precio, número de páginas, idioma, resumen, colección, nivel de edad, dimensiones y peso del libro. Como se observará [las copio más abajo junto a sus incidencias], la mayoría de ellas son tan evidentes que parece imposible que haya que «recordar» a los editores que son datos imprescindibles.
Lo que no me queda claro es si realmente será el editor quien corrija, o si de nuevo volverán a ser distribuidores y libreros los que lo hagan por él. Ni quién comunicará a Dilve los cambios cuando se hagan (curiosamente, cuando se descarga el Excel, se ve que su nombre es «Dilve_Incidencias metadatos»).
- TÍTULO (aplicable a subtítulo)
Artículo al final
Título incompleto
Contiene datos no relativos al título
Otros (indicar en columna ACLARACIONES) - AUTOR
Orden no correcto (Apellido Apellido, Nombre)
Incompletos
Faltan los roles (p,ej, traductor, ilustrador…) - EDITORIAL
- MATERIA
No indica materia
Materia incorrecta - FECHA DE PUBLICACIÓN
No indica fecha
Fecha incorrecta - PRECIO
No indica precio
Precio incorrecto - Nº PÁGINAS
No indica nº de páginas
Número incorrecto - IDIOMA
No indica idioma
Idioma incorrecto - PORTADA
No figura
La portada es incorrecta
Figura en escorzo
La resolución es muy baja - RESUMEN
No figura
Demasiado extenso
Contiene caracteres incorrectos - COLECCIÓN
No figura en la ficha (existiendo)
No figura impresa en el libro (existiendo)
Mezcla colección y número - NIVEL EDAD
No se indica
Se indica una edad errónea - DIMENSIONES
No se indican
Se indican, pero erróneas - PESO
No se indica
Se indica un peso erróneo
La correcta fijación y transmisión de los metadatos es responsabilidad del editor, quien no debería dejar en manos de terceros el control de sus datos. Como afirma la nota de FANDE y CEGAL “debe considerarse por el propio Editor como una inversión y nunca como un gasto”.
Deja una respuesta