Este texto es el resumen de mi intervención en la mesa redonda con título
«Los desafíos de la política europea en materia del libro y lectura»,
organizada por el Ministerio de Cultura en Pamplona, octubre de 2023
La industria editorial se enfrenta desafíos únicos en su cadena de suministro, particularmente en lo que respecta a la sostenibilidad de la producción y distribución de libros. Sólo la eficiencia en los procesos puede garantizar su sostenibilidad, pero para ello el mundo del libro va a tener que acometer una restructuración muy profunda.
Desde mediados del siglo XX, los libros se producen en masa con la esperanza de saturar el mercado a través de una amplia presencia en librerías. Esta estrategia es comprensible desde una perspectiva comercial, pero hoy conlleva consecuencias innecesarias, como la sobreproducción, la distribución masiva y las consiguientes devoluciones, y es arriesgada e ineficiente cuando se aplica indistintamente a todas las etapas del ciclo de vida del libro, sin tener en cuenta las diferencias en la demanda en las fases de novedad, fondo editorial reciente y fondo editorial histórico.
Esta práctica de producir mucho y colocarlo todo, sin escuchar la demanda del mercado, llenando almacenes y generando un flujo constante de devoluciones, es hoy una estrategia anticuada. No sólo es un enfoque ineficiente y antieconómico, sino que también contribuye a una huella ambiental innecesariamente grande.
Las tecnologías avanzadas de impresión y la digitalización de los procesos de generación de datos permiten hoy a la industria del libro maximizar la relación coste-eficiencia, con los consecuentes beneficios financieros y medioambientales.
Por una parte, la tecnología de impresión digital da la opción de ajustar el tamaño de las tiradas a un coste muy razonable y de alta calidad, así como de reimprimir cantidades pequeñas en un tiempo también pequeño, siendo posible producir de forma unitaria y servir al canal en menos de 72 horas. El coste y la calidad de la impresión digital han dejado de ser un impedimento para la distribución eficiente de libros.
Por otra parte, el aumento de la capacidad y precisión de la medición de la demanda y así como el uso de canales digitales para la transmisión de los datos permiten un mejor ajuste entre la producción y la distribución para cada uno de los ciclos de vida del libro.
Así pues, la distribución del libro se enfrenta a dos desafíos fundamentales:
1. La normalización del modelo de distribución sin stock.
La industria ha de entender en qué punto del ciclo de vida de cada libro es necesario cambiar los tipos de producción y distribución: pasar de offset a digital y reducir al mínimo necesario el tamaño de las tiradas.
No tiene sentido gestionar la distribución del fondo moviéndola entre extremos: de considerar el libro como novedad eterna a llevarlo a la desaparición por rotura de stock o por descatalogación (sólo en España hay unos 500.000 títulos que no pueden venderse por estas causas). En el término medio está la posibilidad de distribuirlo de forma quirúrgica con micro stocks o directamente sin stock, imprimiendo a demanda. Incluso hay libros que deberían salir directamente como fondo y no como novedad.
Así pues, una vez asumido que hay diferentes procesos posibles adaptados a cada momento vital del libro, es necesario normalizar que no tenemos por qué descatalogar y que hay un punto en que el libro tiene que dejar de tener stock.
A modo de buenas prácticas, y como guía para las editoriales, creo que sería conveniente que el sector proponga una serie de criterios que ayuden a determinar en qué punto de las ventas los libros tienen que pasar a la producción a demanda uno por uno.
Otra de las buenas prácticas necesarias en cuanto a la distribución sin stock está en relación con el transporte de los libros. El modelo de distribución 1×1 es muy sostenible en cuanto que la producción es local y no requiere almacenaje, pero puede llegar a ser muy insostenible en la logística, porque implica envíos unitarios a los clientes finales.
Uno de los grandes retos pendientes está en convencer a los lectores de que la librería tiene que ser el punto de recogida de los libros producidos a demanda y minimizar a lo imprescindible la práctica de la entrega a domicilio. De esa forma, podrían consolidarse los envíos (muchos pedidos en un solo paquete) y racionalizarse la logística del libro.
Esta práctica –que animo al Ministerio de Cultura y a las Consejerías autonómicas a incentivar– beneficiaría mucho a las librerías, que verían aumentar la afluencia de público, la relación con los clientes y, por tanto, las ventas.
2. Acceso asequible de las editoriales a los datos de mercado
Para que las editoriales puedan ajustar su stock a la demanda, se necesitan datos que ayuden a calcular el tamaño y la oportunidad de ésta en cada fase. Este es el segundo desafío de la cadena de suministro del libro: el acceso a los datos de mercado por parte de las editoriales y su capacidad de interpretarlos y comprenderlos.
Una editorial no puede hacer una previsión de tirada si no entiende qué está demandando el mercado. Las acciones de preventa propiciadas por el ecommerce y la colocación en librerías son una guía fundamental, pero hay que ir un paso más allá. Las editoriales necesitan tener una visión de conjunto no solo de sus ventas, sino de las ventas totales del sector, segmentadas por géneros, públicos, ubicaciones geográficas, periodos de venta, efemérides, etc.
Las editoriales necesitan inteligencia de negocio, una capacidad fundamental para la compresión del mercado. Para las editoriales medianas y pequeñas, el acceso a datos de mercado actualizados es muy caro, imposible de obtener a bajo coste, y la interpretación de esos datos y su conversión en inteligencia de negocio también puede resultar complicadísima por falta de formación.
Por ello, en beneficio de la eficacia de la cadena de suministro del libro, el sector editorial debería procurar a las editoriales y las librerías el acceso a datos de mercado pormenorizados y actualizados a un precio asequible. Están muy bien los estudios y estadísticas generales sobre el libro, pero su utilidad decrece conforme se dilata el tiempo de su publicación. Tener cifras de año en año sirve de poco, porque el mercado va muy muy rápido y las tendencias cambian a la misma velocidad.
Las librerías también necesitan acceso a la información y su procesamiento. El buen hacer del librero se basa en gran medida en la intuición comercial y lectora, pero unos buenos datos sobre ventas y tendencias ayudan a las librerías a mejorar su sistema de pedidos y compras.
Conclusión
En el contexto actual de la industria editorial, se hace patente la urgente necesidad de una reestructuración profunda de la cadena de suministro del libro para lograr una verdadera sostenibilidad y para mantener la viabilidad económica en un entorno de mercado en constante evolución. Esta transformación debe enfocarse en la eficiencia de los procesos. Prácticas anticuadas como la sobreproducción y la distribución masiva, que no responden a la demanda real del mercado, deben ser reemplazadas por estrategias más conscientes y adaptativas.
La normalización de la distribución sin stock, la racionalización de sus procesos logísticos y el acceso de las editoriales a datos detallados y actualizados sobre el mercado, así como la capacidad de convertirlos en inteligencia de negocio, ofrecen una ruta prometedora hacia una industria editorial más sostenible, eficiente y receptiva a las necesidades cambiantes de los lectores y el mercado.
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