La realidad es innegable: las editoriales españolas llevan tiempo produciendo anualmente 1/3 más de los libros que venden, más del 30% de los libros se devuelven y la mitad de los libros activos en Dilve no están disponibles para su venta.
Lo dicen los números.
En 2019 se imprimieron 229,51 millones de ejemplares, pero sólo se vendieron 162,22 millones. 67,29 millones de libros en papel impresos en 2019 siguen en las librerías o en los almacenes del distribuidor, donde se suman a los millones de ejemplares devueltos o no vendidos en 2018 y en años anteriores.
La tirada media en 2019 fue de 3.779 ejemplares por título, pero 1.111 de cada tirada no se vendieron.
Si miramos la evolución de las tiradas, vemos que la media se mantiene estable, pero no así el número de nuevos títulos, que sube un 6,6%. Es decir, ante una demanda del mercado que no aumenta, las editoriales respondieron con un aumento de la producción.
La estimación de devoluciones de 2019 es de un 30%, cifra que coincide con la cantidad estimada por la FGEE de libros impresos y no vendidos. En el Boot Camp del libro POD de la FGSR del pasado 23 de noviembre, Arturo Álvaro, de la distribuidora Logista, estimaba que las devoluciones son mucho mayores.
Los números son tozudos y llevan ya tiempo diciendo que el modelo clásico de negocio del libro impreso no es eficiente ni sostenible: los almacenes de las distribuidoras están a reventar y hay que destruir cada año muchos millones de ejemplares para hacer sitio a las nuevas tiradas.
Y, sin embargo, los libreros denuncian que pierden ventas por la falta de disponibilidad de títulos del fondo de los catálogos de las editoriales. De 1,335 millones de libros gestionados en Dilve, ¡650.647 títulos no están activos! Están ahí, hay editoriales que tienen los derechos, pero no se pueden vender porque no están en stock.
Del modelo de oferta al modelo de demanda
Lo que dicen los números es que el negocio del libro impreso sigue funcionando según los cánones del modelo de producción basado en la oferta (se produce según estimaciones predictivas de la demanda) aunque el mercado ha virado ya a un modelo de demanda (se produce según demanda en tiempo real).
Un modelo de negocio editorial basado en la demanda necesita que las estructuras de producción y distribución sean flexibles, eficientes y rápidas. Es, además, un modelo centrado en el cliente final –el lector–, a quien hay que ofrecer un producto de calidad y un servicio ajustado a sus necesidades.
Eficiencia, flexibilidad, velocidad y servicio son las cuatro claves del mercado del libro impreso actual.
Eficiencia para tener el mercado siempre abastecido con estocaje mínimo.
Producir tiradas iniciales ajustadas e ir reponiendo stocks en función de la demanda del mercado en tiempo real se traduce en ahorro de costes de producción, almacenamiento y distribución (el ciclo de las devoluciones tiene un alto coste, no lo olvidemos).
Existe además un beneficio colateral: la sostenibilidad. La distribución eficiente reduce la huella de carbono, ya que disminuye la frecuencia del transporte y evita la destrucción de ejemplares.
Flexibilidad para poder hacer tiradas cortas, mínimas o 1 a 1 en función de la demanda de los lectores.
La flexibilidad es imprescindible a la hora de imprimir; dota a las editoriales de capacidad de reacción para abastecer a las librerías cuando se producen circunstancias que aumentan repentinamente la demanda de un libro (por ejemplo, el autor obtiene un premio literario).
Pero hoy en día, la necesidad de flexibilidad va más allá, pues debe responder a los criterios de eficiencia en la distribución ya mencionados.
Velocidad en la impresión y la distribución, para poder llegar al cliente final en un plazo ideal inferior a 48 horas. Los plazos largos de producción y entrega anulan la necesaria capacidad de reacción que necesita la flexibilidad.
Servicio al cliente como eje conductor, para poner a su alcance cualquier título que esté activo, entendiendo por “activo” aquellas obras para las que la editorial conserve sus derechos en el lugar de la venta. Desde el punto de vista de negocio, es no perder nunca una venta por falta de disponibilidad.
Servicio es también entregar al cliente final donde él decida (dropshipping), en un plazo muy corto de tiempo, y sin que la velocidad implique una pérdida en la calidad del producto.
La aplicación del modelo económico de demanda sólo es posible en un entorno industrial digital.
¿Está preparada la industria editorial para hacer la transición digital?
Este artículo continúa aquí: Claves de la transformación digital del negocio del libro impreso (parte 2)
Este artículo aparece por primera vez en Actualidad Editorial, bajo autoría de Arantxa Mellado,
con el título «Claves de la transformación digital del negocio del libro impreso (parte 1)«
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