Desde la aparición hace unas semanas de algunas estadísticas sobre el libro digital en EEUU y España, no han dejado de publicarse en los medios y en las redes sociales artículos y comentarios sobre una supuesta y tergiversada «derrota» del ebook ante la edición impresa. En muchos de ellos se apreciaba una actitud triunfalista, cuando no de alivio, ante lo que a algunos les parece una vuelta a la normalidad.
¿Derrota? ¿Cuándo empezó la guerra?, ¿y contra qué? ¿Contra un nuevo formato que abre un nuevo canal de ventas a nuevos lectores? La industria del libro debe de ser la única que se hace la guerra a sí misma.
¿Y qué es la «normalidad»?, ¿lo que deciden los editores o lo que esperan de ellos sus lectores? ¿Vamos a negar que Internet entró hace ya años en nuestras vidas para cambiarlo todo de forma irreversible? Nadie pide que se quemen la imprentas, simplemente que no se dé la espalda a nuevas formas de transmisión del conocimiento.
La semana pasada respondí a unas preguntas que me envió el periodista Daniel Arjona para redactar un reportaje sobre la situación del libro electrónico en España. Se publicó el pasado viernes en El Cultural del diario El Mundo con título «Ebook, parada y fonda» (recomiendo su lectura), y en él vuelve a plantearse de nuevo ese bipartidismo que parece haberse instalado en el mundo editorial, que obliga a los editores y a los lectores a posicionarse en un bando o en otro. O eres de libro impreso o eres de ebook, como si la coexistencia fuera imposible por algún tipo de razón cósmica.
Reproduzco aquí las respuestas que envié a Arjona (gracias por preguntar, Daniel), un breve intento de explicar que esas catastrofistas noticias sobre el libro no significan que el mundo se acaba, sino que otros mundos se abren ante nosotros.
1. En los últimos tiempos los medios hablan de un parón del libro digital en Estados Unidos y Europa. Los lectores parecen reacios a cambiar el papel por el ebook. Pero, en realidad, las cifras no están claras. ¿Cuáles son sus impresiones experimentadas al respecto? ¿Qué datos tiene usted?
No es que las cifras sobre la producción y ventas de libros digitales no estén claras, es que no hay cifras reales.
En España, las estadísticas sobre producción de ebooks que se publican cada año recogen los datos aportados por la Agencia Española del ISBN (que es la que da un código identificador a cada libro publicado) y por los editores encuestados. Así pues, sobre el papel, no existen los ebooks sin ISBN ni los publicados por editoriales no agremiadas y por autores autoeditados. Y no son cuatro gatos, como algunos apuntan, sino todo lo contrario.
Hoy en día, cualquiera, sea editor o no, puede poner a la venta sus libros en las grandes librerías online –Amazon, iBookstore de Apple y Casa del Libro, por citar tres– sin intermediarios. Estas librerías permiten la subida directa de los documentos en un simple formato Word, a los que dan su propio identificador interno, por lo que el ISBN no es necesario. Así pues, existen miles de ebooks a la venta fuera del control de las agencias oficiales y de las entidades que elaboran los informes anuales.
Lo mismo sucede con las cifras de venta de libros digitales: son incompletas. Amazon y Apple, los principales vendedores de ebooks en España, nunca ofrecen datos detallados de cuántas unidades venden ni del valor total de esas ventas, por lo tanto las estadísticas de venta de ebooks no serán reales ni fiables mientras todos los agentes de ventas no den cifras exactas.
Lo que sí podemos afirmar, por las propias estadísticas oficiales y por los datos sesgados que arrojan esas grandes librerías y las distribuidoras digitales (que son el enlace entre editor y librero), es que el libro digital no deja de crecer, ni en producción ni en ventas. El ritmo de crecimiento se ha ralentizado, pero sigue siendo ascendente. Es posible que durante unos años el crecimiento del consumo en digital se mantenga estable, porque la mayoría de los lectores actuales se han educado en papel, pero con el tiempo los libros digitales irán ganando terreno a los libros impresos.
2. ¿En qué posición se encuentra España en lo que respecta a la expansión del ebook en comparación con países como Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos o las países de Latinoamérica?
La expansión del libro digital en España es muy parecida a la del resto de los países europeos, con la salvedad del Reino Unido, que lidera junto a EE.UU. (aunque por detrás de este país), el mercado digital.
En España existen buenas infraestructuras de distribución digital y librerías con excelentes servicios de venta online. Más de la mitad de los editores se esfuerzan en digitalizar su catálogo, lo que poco a poco va aumentando la oferta de ebooks a la venta. Existe una buena, aunque incipiente, oferta bibliotecaria en digital. E incluso hay empresas pioneras en la creación de nuevos modelos de negocio, como 24Symbols, precursora mundial en la lectura por suscripción. Sin embargo, existe un IVA del 21% que penaliza las ventas de ebooks frente al 4% aplicado a los libros impresos. La crisis ha menguado las ventas de libros en todos los formatos, a pesar del descenso en los precios. Y la piratería tiene un índice alto que, si bien no arruina a la industria, perjudica su crecimiento.
Sin embargo, en mi opinión, el gran freno del ebook en España es que los editores no acaban de creer en él. Y mientras traten al ebook como un mal necesario, que da más trabajo que ingresos, este mercado avanzará lentamente. Afortunadamente, tenemos también editores con una gran visión de mercado que ven en el ebook una oportunidad en aquellos lectores a los que no pueden llegar en papel o que, simplemente, quieren leer en un nuevo formato. Porque el ebook es sólo eso, un formato más de lectura que coexiste con el libro impreso, como para la música coexisten el vinilo, los cds, los conciertos en vivo y Spotify.
La buena noticia para los lectores y editores españoles –y por extensión, para los lectores y editores en español– es que el mercado del libro se vuelve global cuando se digitaliza. Es decir, los libros de los autores de América Latina, inaccesibles en papel fuera de su país, pueden ser comprados y leídos en todo el mundo, lo que enriquecerá las posibilidades de lectura de los lectores. Y los libros de las editoriales españolas por fin pueden llegar a los lectores americanos, sin problemas aduaneros y distribución, y a un precio acorde a la realidad socioeconómica de cada país. Esto supone una gran oportunidad de expansión y crecimiento para la industria del libro en español.
3. Alguno investigadores, como Roberto Casati en un libro reciente, advierten contra la sobre-estimulación de un mundo digital «hostil a la lectura». Ayer, la gente leía libros en el metro o en el bus. Hoy todos miran sus teléfonos móviles. ¿La lectura tradicional está en peligro?
Muchas de esas personas que miran sus teléfonos móviles en el autobús y en el metro en realidad están leyendo libros. Las aplicaciones de lectura lo permiten, e incluso facilitan la sincronización de los diferentes dispositivos que usas para leer. Por ejemplo, si por la noche leo en la tablet, cuando desconecto, la app determina en qué punto me he quedado y lo transmite a mi móvil que, a la mañana siguiente, me abrirá el libro en el punto exacto donde lo dejé la noche anterior.
No creo que la lectura tradicional esté en peligro, al menos de momento. Aunque sí se observa un aumento en la demanda de formas narrativas alternativas, un mensaje que han captado muy bien, por ejemplo, los productores de videojuegos, en los que la historia y la profundización en los personajes cada vez cobran mayor importancia. Y también por las series de televisión, cada vez más elaboradas y de mayor calidad, que enganchan a los espectadores capítulo a capítulo en lo que antes era su tiempo de lectura.
El mundo del libro tiene como principal competidor a la industria del entretenimiento, con la que ha de compartir una clientela que antes poseía en exclusiva. Pero no es lo mismo competidor que depredador.
La magia de la palabra escrita tiene aún mucha vida por delante
4. Algunos expertos explican que tenemos un problema psicológico con el libro digital. Un libro en papel es un mapa que el lector puede recorrer en todas direcciones. Un libro digital no lo es y su lectura provoca cierta sensación de pérdida, de orfandad. ¿Cuál es su opinión?
Creo que se está dramatizando mucho lo que es simplemente un cambio de tecnología. Hemos sido capaces de pasar de los mapas plegables de papel al navegador GPS, ¿y nos perdemos con un libro digital? Precisamente para evitar esa sensación de pérdida, los ebooks están concebidos para ofrecer la misma experiencia de uso que el papel, con páginas que se pasan de derecha a izquierda y sobre las que se puede volver, hacia delante y detrás, con gestos muy similares a los que hacemos con los libros impresos.
En el fondo es una cuestión de romanticismo, con la que también me identifico, porque un libro bien editado es un objeto hermoso, como hermosa es una biblioteca. Personalmente, lo que más echo de menos cuando leo en digital es no ver la cubierta del libro cuando apago el dispositivo de lectura ni después, sobre la mesilla de noche, invitándome a seguir leyendo.
Fijémonos en las ventajas del ebook: es más barato, no ocupa espacio, no se empolva y no pesa. Y usemos esas ventajas como más nos convenga. Es decir, no nos cerremos al formato único, lo inteligente es alternar entre ellos en función de nuestras necesidades.
5. Los ereaders tipo kindle no se han popularizado tanto como se pensaba y podrían en el futuro servir sólo a un grupo reducido de voraces lectores. La lectura es cada vez más multisoporte: tableta, móvil, pc, y el viejo papel… ¿Cómo ve usted el futuro de la lectura a corto y medio plazo?
Creo que los ereaders son más impopulares entre los fabricantes y los vendedores que entre sus usuarios. Ello se debe a las ventajas que ofrecen a los lectores: sólo sirven para leer, así que no utilizan un software que necesite constantes actualizaciones, ni se les puede cargar con apps que necesiten versiones también actualizadas, y han logrado cierta perfección en su diseño que impide que salgan modelos más avanzados cada año (la última novedad fue la incorporación de leds para la lectura nocturna ¡hace más de dos años!). Además, su pantalla de tinta electrónica no cansa la vista, puede ajustarse el tamaño de la letra a la capacidad de visión de cada uno y la batería dura días.
Así pues, el lector puede estar años usando un ereader sin necesidad de comprar otro hasta que se le rompe el que tiene. De ahí que una vez alcanzado el techo de lectores voraces es lógico que la venta se haya ralentizado.
El único defecto que para el lector tiene el ereader no proviene del aparato, sino de la marca que lo comercializa, que normalmente utiliza formatos propios (como el mobi de Amazon) que limitan la libertad del lector de comprar en otras librerías.
Pero el ereader es un soporte más de lectura. Como lo son las tablets, los móviles, los ordenadores y los libros impresos. Diferentes soportes para diferentes formatos que dan servicio a diferentes maneras de leer. Lo importante es que la gente lea, no cómo lo haga, y cuantas más posibilidades se ofrezcan más garantías de continuidad tendrá el libro.
Eddy dice
Otra ventaja de un kindle: su central de correos. Al estar registrado usted remite a su correo en kindle cualquier material de lectura en cualquier formato, y contando con red wifi, kindle le regresa lo escrito a su aparato en instantes y ya lo puede leer sin necesidad derealizar conversiones. Saludos. Ymuy acertado su artículo. Tengo libros en amazon.com, literanda.com y casa del libro. Y apouesto por el libro digital.