Durante bastante tiempo, digamos años, tuve que acompañar la palabra “metadatos” de una inmediata definición. Poca gente sabía lo que son. Llegué incluso a no mencionarla, como si fuera el Voldemort de la industria del libro, porque mis oyentes se ponían nerviosos ante lo que les parecía un tecnicismo ajeno a su mundo.
No suelo explicar lo que significa “cadena de suministro del libro”, no hace falta. Parece (o parecía) un concepto bastante obvio, al menos por el manejo cotidiano que se hace de él. Y tampoco es que se hablara tanto. De hecho, raras veces se mencionaba.
Pero un día las imprentas pararon máquinas, los distribuidores cerraron los almacenes y aparcaron las furgonetas, las librerías bajaron la persiana, las editoriales hibernaron su plan de edición y los compradores de libros se quedaron en casa, y la “cadena de valor del libro” se convirtió de repente en una de las estrellas de artículos y titulares sobre la industria editorial. Y ahí sigue.
Sin embargo, donde los periodistas y gente del sector del libro dicen Cadena de valor en realidad quieren decir Cadena de suministro.
La cadena de valor del libro
La cadena de valor describe el modo interdependiente en que se desarrollan las acciones y actividades de una empresa.
Dichas acciones se inician con la materia prima, y como en una cadena, a este primer eslabón se van añadiendo otros conforme el producto va pasando por cada una de las actividades, hasta que, terminado, llega al consumidor final.
Cada eslabón añade su valor al producto, conformando lo que se convertirá en la utilidad para el cliente final. La empresa será rentable si el valor pagado por el consumidor es superior al coste total de las acciones y actividades realizadas para producirlo.
El análisis de la cadena de valor permite a las empresas segmentar sus actividades estratégicas y así entender cómo funcionan sus costes, sus procesos productivos, y sus procesos de distribución y venta. Un buen análisis de la cadena de valor del libro permite aprovechar mejor los recursos, reducir los costes, detectar las ventajas competitivas y mejorar la eficiencia.
Resumiendo: una cadena de valor eficaz permite ampliar el margen de contribución de una empresa.
En el caso de una editorial, un esquema simplificado de su cadena de valor sería la siguiente:
COMPRA DE DERECHOS SOBRE EL CONTENIDO > EDICIÓN > PREPRODUCCIÓN > PRODUCCIÓN > PROMOCIÓN > COMERCIALIZACIÓN Y DISTRIBUCIÓN > GESTIÓN DE LOS DERECHOS
La editorial adquiere un contenido del autor, quizá a través de un agente literario y tras la valoración de un lector. Dicho contenido es sometido primero a un proceso de edición (edición, traducción, corrección de estilo), preproducción (diseño de interior y cubiertas, corrección de galeradas) y producción (imprenta, digitalización, grabación). Una vez el libro está listo para salir a los mercados en diferentes formatos, se entra en la fase de comercialización (metadatos, estrategias de venta, distribución nacional e internacional a puntos de venta), que se simultanea con la promoción (acciones de marketing) y postventa (gestión de derechos, de los adquiridos y de los debidos a los creadores de contenido e imágenes).
A estas actividades primarias (logísticas interna y externa, producción, marketing y ventas), hay que añadir las actividades de apoyo.
Las actividades de apoyo consisten en:
1. Infraestructura de la organización: Actividades que dan apoyo a toda la empresa, como la planificación, contabilidad y las finanzas.
2. Dirección de recursos humanos: Búsqueda, contratación y motivación del personal.
3. Desarrollo de tecnología, investigación y desarrollo
4. Compras: Su objetivo es abastecer y almacenar materiales para producir.
Como es obvio, las actividades de apoyo tienen una envergadura y una estructuras mayores y más complejas conforme aumenta el tamaño de la empresa. Y es que, aunque la estructura de la cadena de valor suele ser la misma para todas las editoriales, el valor y la configuración de cada uno de sus eslabones varía de una editorial a otra.
Hemos visto la cadena de valor de las editoriales, pero hay que remarcar que cada uno de los actores de la industria del libro tiene su propia cadena de valor, así como su propio cliente final. Las distribuidoras de libro impreso, las distribuidoras de ebooks o de audiolibros, las imprentas, las librerías físicas, y las plataformas de lectura por suscripción.
Todas y cada una de las empresas que conforman cada uno se los sectores del libro tiene su propia cadena de valor; todas se incluyen en la cadena de suministro de la industria editorial.
La cadena de suministro del libro
Si la cadena de valor describe las acciones y actividades de una empresa, y el valor y coste de cada una de ellas, la cadena de suministro define un conjunto de prácticas dirigidas a la gestión y la coordinación de dichas actividades, bien en una empresa o bien en un sector industrial.
En otras palabras, la cadena de suministro del libro describe el flujo de bienes, servicios e información necesario para llevar a cabo del proceso de venta de un producto en su totalidad
Cada editorial tiene su propia cadena de suministro, pero existe también una cadena de suministro del libro de la industria editorial: aquélla conformada por los procesos en el devenir de un libro, desde que sale de la imprenta hasta que llega al lector.
Simplificando, la cadena de suministro del libro de la industria editorial es la siguiente:
AUTOR > EDITORIAL > DISTRIBUIDORA > LIBRERÍA > LECTOR
Nótese que, mientras que en la cadena de valor enlazábamos actividades, en la cadena de suministro enlazamos actores o sectores
Es a esta cadena, la de suministro, a la que suelen referirse los medios de comunicación cuando hablan de los estragos de la pandemia de la COVID-19.
En España, los editores, distribuidores y libreros, cada uno representado por sus respectivas federaciones (FGEE, FANDE y CEGAL), llevan desde 2005 protocolizando normas para cadena de suministro del libro: las Normas CSL (Normas para la Mejora de la Cadena de Suministro de Libros), protocolos para tratar de optimizar los procesos en la comercialización del libro.
Hasta el momento se han desarrollado 11 Protocolos:
- CÓDIGO DE IDENTIFICACIÓN CSL. NORMA 01
- SITUACIONES DEL LIBRO. NORMA 02
- PROTOCOLO SOBRE PEDIDOS Y DEVOLUCIONES. NORMA 03
- COMUNICACIONES BAJO NORMALIZACIÓN SINLI. NORMA 04
- PROTOCOLO SOBRE COMUNICACIÓN DE NOVEDADES POR PARTE DEL EDITOR. NORMA 05
- PROTOCOLO SOBRE IDENTIFICACIÓN DEL PVP DE LOS LIBROS. NORMA 06
- CLASIFICACIÓN COMERCIAL DE MATERIAS IBIC. NORMA 07
- PROTOCOLO PARA LA IMPLANTACIÓN DE IBD 1X1. NORMA 08
- PROTOCOLO PARA EL SUMINISTRO Y LA DEVOLUCIÓN DE LIBROS. NORMA 09
- PROTOCOLO SOBRE EL DEPÓSITO DE LIBROS EN LIBRERÍA. NORMA 10
- PROTOCOLO SOBRE GESTIÓN DE CÓDIGOS DE BARRAS DE LIBROS. NORMA 11
Y en estos momentos se está trabajando en una ampliación de la Norma 08, que permitirá la incorporación de nuevas posibilidades en la impresión bajo demanda para las librerías y las editoriales.
Por su parte, las Normas CSL recomiendan utilizar el formato de comunicación electrónico SINLI, permitiendo «de forma fácil, la integración de información en los sistemas de gestión de cada empresa, reduciendo costes administrativos y mejorando la calidad y rapidez en la gestión de la información».
La red de suministro del libro
Actualmente, la digitalización de los procesos y la ampliación de modelos de negocio editoriales han convertido la clásica cadena de suministro, en la que todos los eslabones son imprescindibles, en una red de suministro del libro de mayor complejidad.
Dicha red está conformada por nodos, a través de los cuales el libro puede llegar a su destino final –al lector– siguiendo diferentes recorridos: a través de los pasos convencionales o saltándose varios o todos los intermediarios.
En esta red sólo hay dos nodos imprescindibles: el autor y el lector. El resto pueden añadir valor al producto final (libro), pero no son estrictamente necesarios.
El caso más paradigmático de la red de valor del libro es el de la autoedición, en el que el Autor puede llegar a vender sus libros directamente al Lector a través de su propia página web, prescindiendo del resto de actores de la red, o bien puede hacerlo incluyendo en el proceso a uno, varios o todos los nodos posibles.
Para concluir: las cadenas de valor y de suministro del libro son complementarias y comparten elementos, pero mientras que la primera se enfoca hacia los requerimientos del cliente –el valor que se genera para él y que, por tanto, está dispuesto a pagar–, la segunda se enfoca a los requerimientos del producto, y busca la eficiencia en los procesos orientados a su entrega al cliente.
Este artículo fue publicado originalmente por Arantxa Mellado para Actualidad Editorial
Deja una respuesta