En ocasiones los editores muestran tendencias autodestructivas. Actitudes incoherentes que ponen palos en sus propias ruedas.
¿Acaso no es incoherente invertir tiempo, esfuerzos y dinero en la producción de un libro, y luego lanzarlo a competir al mercado desprovisto de la información básica que facilite su venta?
La cadena de suministro del libro se entorpece cuando sus actores –distribuidores y libreros– no disponen de los datos necesarios para poder situar los títulos correctamente en cada uno de los canales de venta.
En menos de media hora se pueden fijar los metadatos básicos de un libro. Una hora más si se enriquecen con reseñas, bibliografía, índices y demás información descriptiva. Mucho menos se tarda si la información se fija progresivamente con una herramienta de gestión de metadatos a lo largo de todo el proceso de producción del libro.
Una hora es lo que puede marcar la diferencia entre que un libra se venda o no.
¿Por qué hay tantísimos editores que están descuidando los metadatos de sus libros? La clave está en la incomprensión de la extrema importancia que para la venta del libro tiene aportar a la cadena una información mínima. Hay editores que no están entendiendo lo que les va en ello.
Cuando los metadatos se fijan deprisa, sin atención, o simplemente no se rellenan, se pierden ventas. Pongo aquí sólo cinco ejemplos de cómo una editorial puede perder ingresos por descuido, pero podrían ser muchos más.
CINCO EJEMPLOS DE MALAS PRÁCTICAS EN LA FIJACIÓN/NO FIJACIÓN Y ENVÍO DE LOS METADATOS EDITORIALES
1. Subir las imágenes de cubierta en baja resolución
Un clásico, unido al de las imágenes de cubierta inexistentes. Entre tener una imagen de cubierta medio borrosa o pixelada y no tenerla hay muy poca distancia.
Muchas veces es el distribuidor o el propio librero quienes subsanan esa falta extrayendo las imágenes ¡de la propia web del editor!
No hay que olvidar que la imagen de cubierta sigue siendo, junto al título, la primera llamada de atención al lector. Y que el último estudio de Nielsen demostró la relación entre la imagen de cubierta y el aumento de las ventas.
2. Repetir un título ya registrados previamente por otra editorial
Esto me daría para un artículo enterito. Comprobar que no hay ningún otro libro a la venta con el mismo título que el nuestro puede evitar que le regalemos ventas a otra editorial.
El ejemplo más reciente y llamativo es Fire and Fury, uno de los primeros libros publicados sobre la presidencia de Donald Trump. Comparte título con libro bastante anterior sobre la II Guerra Mundial.
La confusión entre ambos hizo que las ventas de este último se multiplicaran en Amazon, para alegría de su autor, que así lo comentaba en Twitter.
Cuando se trata de los clásicos, es fácil encontrar ejemplos. Esto es lo que pasa con La muerte de Sócrates.
Basta con hacer una búsqueda rápida para cerciorarnos de que nuestro título es original, evitar confusiones y no regalar ventas al vecino.
3. No especificar la relación del libro con sus diferentes formatos
Retomemos el ejemplo anterior en el que vemos tres libros diferentes con el mismo título, La muerte de Sócrates. Imaginemos que cada uno de ellos está en formato rústica y epub, por lo que de cada título producido por una editorial hay 2 ISBNs diferentes (uno por formato). Los sistemas de gestión de libreros y distribuidores se basan en el identificador ISBN, no en el título (acabamos de ver por qué). ¿Cómo puede saber el software de un librero o distribuidor que dos ISBNs diferentes son dos formatos de un mismo libro? Sólo si el librero tiene la voluntad y los medios de revisar manualmente todos los títulos que se publican anualmente –76.181 en 2018–, es posible que llegue a hacer una correcta relación entre formatos y que cuando un lector pida el título ofrecido en epub se le redirija a la versión correcta. Pero, siguiendo el ejemplo anterior, es muy probable que un cliente despistado compre la versión de Guardini de La muerte de Sócrates en vez de comprar la de Wilson. Y si creen exagerado el despiste, recuerden la alegría del autor cuyo libro compraron en vez del de Trump.
La relación entre títulos no está sólo en los formatos, basta con ver la lista de tipos de relación entre productos que ofrecen los códigos ONIX. El campo producto relacionado enlaza ediciones, versiones, formatos, sustituciones y complementos de un mismo título.
Establecer la relación que existe entre dos ISBNs diferentes es fundamental para que el distribuidor y el librero puedan hacer bien su trabajo, pero lo es también para garantizar unas ventas que podrían ir también en este caso a parar a otra editorial.
4. No entregar los datos a tiempo
Para que el distribuidor pueda hacer correctamente su trabajo y colocar los libros en la librerías necesita tiempo e información. Sin información sobre el libro no puede convencer al librero de que lo compre. Recibiendo la información sólo dos semanas antes o incluso el día antes del lanzamiento del libro, tampoco puede colocarlo en las tiendas correctamente.
Los metadatos de los libros deberían entregarse al distribuidor y a tienda al menos con tres meses de antelación. Todas las editoriales son capaces de ofrecer una sinopsis del libro tres meses antes de su puesta a la venta. Todas las editoriales deberían ser capaces de dar un título definitivo del libro tres meses antes de su puesta a la venta. Todas las editoriales deberían encargar la cubierta del libro durante el proceso de producción y no dejarla para el último momento. Entregar los metadatos a tiempo no supone un esfuerzo extraordinario para la editorial, basta con una buena organización interna de los flujos de datos y de trabajo. Pero eso implica concienciación de la importancia del dato para la venta del libro.
No entregar los datos a tiempo implica no poder participar en la preventa del libro. Es algo que siempre, siempre, menciono en mis charlas y cursos. Poner un libro en preventa aumenta las ventas de los libros y, consecuentemente, eso los posiciona mejor en los buscadores de las librerías. Preguntádselo a Casa del Libro, a Kobo, a Amazon, a El Corte Inglés.
5. No añadir la descripción o sinopsis del libro
Parece obvio, y muchos me dirán que por qué añado aquí algo que debería ser como olvidarse de poner el título. Lo añado porque dejar en blanco el campo Descripción es mucho más habitual de lo que parece. Ejemplos de todo tipo se encuentran en todas las librerías, y si no hay más es porque los distribuidores y los libreros, conscientes de que sin esa información no pueden vender, añaden por su cuenta la descripción –normalmente, copian y pegan el texto de contracubierta directamente del libro o de la web del editor–. O como se ve en este ejemplo de Casa del Libro, el software de la librería se encarga de rellenar el campo automáticamente con datos del libro.
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