El miércoles pasado asistimos a la conferencia que Antoni Comas, presidente del Gremi d’Editors de Catalunya, dio en Editrain con motivo de la clausura del master de Edición que organiza esta entidad y dirige Jordi Nadal (editor de Plataforma Editorial)
Sobre la base del lema «asociacionismo es progreso», el señor Comas habló de las bondades de lo que definió como «política de lobby» y su aplicación al sector de la edición, concretamente en España. Y estuvo convincente en cuanto a la necesidad de que los editores se mantengan unidos para crear las condiciones adecuadas para el desarrollo empresarial de todos, sean del sector que sean, y para la protección conjunta de los intereses de mercado.
Destacó el papel de la Federación de Gremios de Editores de España, entidad a través de la cual operan a nivel nacional todas las asociaciones y gremios autonómicos, y puntualizó algunas de las tareas en las que concentra y ha concentrado su actividad:
– Defender la política de precio único del libro, reflejada en la Ley de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas de 2007, y la liberalización del precio de los libros de texto (en contra de los descuentos indiscriminados que tanto perjudican a las pequeñas librerías).
– Conseguir cobrar un canon por las fotocopias de los libros, que se percibe a través de Cedro y que se reparte con los autores (55% para el autor y un 45% para la editorial).
– Luchar contra Google y la digitalización de libros para Google Book Search. En este punto reconoció que la desunión entre los editores por disparidad de criterios ha beneficiado lo que él considera una campaña abusiva de Google, contra la que manifestó abierta animadversión.
– Atacar las políticas gubernamentales de gratuidad del libro de texto. Como argumentos contra la posibilidad de que los libros pasen de alumno a alumno cada año, lo que perjudicaría tanto a editores como a libreros, esgrimió algunos razonables (los cambios en los de historia contemporanea y el fracaso de esta iniciativa en Francia), pero otros incoherentes y que destruyen de un plumazo la secular filosofía del préstamo bibliotecario, como que es «antihigiénico» que los libros pasen de mano en mano (se ensucian y se maltratan) y que el hecho de no ser el propietario del libro hace que éste se trate mucho peor.
– Lograr la consideración de la cultura como un «bien cuantificable» y, por lo tanto, objeto de valor económico, porque a las cosas gratuitas, las que se consiguen sin esfuerzo, se les acaba restando importancia. Sin embargo, se refirió también al rechazo que le produce que se refieran al libro como «producto», lo que a nuestro entender entraña cierta contradicción con la cuantificación de la cultura.
– Reconocimiento del editor como creador, propuesto en el último Congreso de editores celebrado en Sevilla. La labor creativa del editor, reflejada sobre todo en la creación de catálogos y colecciones, tiene que tener un reconocimiento moral y económico, aunque aún hay que especificar que repercusiones podría tener esto último.
– Participación en las Campañas de Fomento de la lectura, que a su entender son un arma de doble filo, puesto que por una parte pueden transmitir la percepción de que los libros son gratis, aunque por otra son una forma importante de eliminar barreras de entrada, sobre todo en niños y jóvenes.
Nos quedamos con las ganas de preguntarle sobre la edición digital, y esperamos tener una oportunidad para hacerlo en un futuro próximo y contarlo en este blog.
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