Durante la Feria de Frankfurt, en el marco de la conferencia TOC («Tools Of Change»), Sara Lloyd, directora de Pan Macmillan, ofreció una ponencia titulada «Revisiting a publishing Manifesto – What does the future look like for publishers?» (Revisando un Manifiesto de la edición – Cómo se aparece el futuro ante los editores). Según Lloyd, está bastante claro que el futuro es de los nativos digitales, que son los que marcarán las tendencias, y que por lo tanto el elemento diferenciador va a ser la digitalización. Y, por supuesto, esa tendencia digitalizadora alcanza de lleno a los libros.
Una de las partes más interesantes de la ponencia de Sara Lloyd, cuya lectura recomendamos, es la relativa al cambio de paradigma que tiene que llevar a cabo el editor, a la necesidad de dejar de pensar el negocio como hasta ahora lo había planteado y entender que un libro digital no puede conceptuarse, promocionarse ni venderse de la misma forma que un libro en papel.
Traducimos y copiamos los tres consejos que Lloyd da a los editores para enfrentarse al nuevo modelo de negocio digital:
Estamos en territorio nuevo y salvaje, el camino por delante no es recto, los beneficios comerciales todavía son marginales y la emergente cadena de valor aún está lejos de estar madura.
¿Qué hay que hacer ante la digitalización?
Creo que podemos conducirnos de forma firme a través de este emergente territorio de baches usando tres principios. Utilizándolos, creo que los editores pueden ser dueños de su futuro digital, aportar valor a la relación autor-lector y ¡seguir siendo parte de la diversión durante tiempo!
Regla nº 1: Aportar valor
Los editores siempre han añadido valor al contenido, filtrándolo y, a menudo, mejorándolo. En el mundo digital esto es aún más necesario. Debemos empezar por echar un vistazo de 360º y encontrar formas de aportar valor en todas las dimensiones:
– donde el libro es parte de un mundo muy extenso que vive y respira fuera de la página impresa.
– donde la comunicación online entre autor y lector, y lector y lector la facilita el editor
– donde el editor tiene que apuntar a crear experiencias y no simples productos
– donde los editores entienden que se trata más de cómo llevar a cabo la tarea de entretener e informar que de transformar libros impresos en libros digitales
– donde lo digital desempeñe una parte integrante de las estrategias de los editores.
Como afirmaba Michael Cader en el Financial Times pasado año:
“[la edición] todavía es un negocio alrededor de los libros… y necesita convertirse en un negocio alrededor de los lectores.”
Creo que podemos ir un paso más allá: necesitamos convertirnos no sólo en un negocio alrededor de los lectores, sino negocios que repiensen lo que son desde la base. Necesitamos pensarlo todo desde los cimientos. Es decir, no cómo podemos trasladar este libro a un formato digital, sino ¿cómo podemos llevar a cabo la tarea de entretener a la gente, contar historias, educar o informar a la gente usando los nuevos medios a nuestra disposición?
“…pensar que el problema es cómo convertir el texto de un libro para que se lea en un iPhone” es enfocarlo mal. El reto es cómo usamos un medio que comparte tres de cinco de nuestros sentidos (ojos, oídos y boca)– con la geolocalización, video a color, y casi siempre una conexión a la web, para lograr educar a un estudiante”
Hay que pensar en lo digital como una parte integrante de un todo y como una forma de extender la experiencia del lbro, la marca y el autor hacia todos aquellos lugares en los que el lector puede entrar en contacto con ellos.
Regla nº 2: Convertirse en expertos en marketing digital
Para utilizar bien el marketing digital es necesario que el editor eche mano de lo que hace mejor y lo incorpore a su enfoque digital [evidentemente, hay que tener un idea clara –enfoque- de cuál va a ser la estrategia on line]. En el mundo editorial los editores atraen a muchas personas que son apasionados y comprometidos comunicadores.
En un nivel básico, como dice uno de mis colegas, la edición va sobre la lectura hablar acerca de ella. Online, podemos extender ese “habla acerca de ella” a su auténtico sentido y conocer y contactar con nuestras audiencias. Y más allá de esto, y quizá de forma aún más simplificada, es muy necesario lograr que los datos de los libros estén en todas partes en Internet, hacer que los libros sean buscables y descubribles en la red. Y, por supuesto, insertar esta información en los resultados de búsqueda y en las redes sociales, de forma que los consumidores encuentren nuestros libros allá por donde naveguen en Internet.
Sin embargo, no hay que olvidar que para ello, el contexto lo es todo. El marketing digital marketing nunca debería ser una opción más en el plan de marketing, sino un elemento estratégico e integrado en el plan de una editorial enfocado al éxito de un libro, un autor o una colección que se quiere consolidar.
Creo que estamos pasando de una era en la que el contenido era el rey, a través de un escenario en el que los comentarios eran los reyes , y que ahora entramos en otra era en la que el contexto reina.
Regla nº 3: Proporcionar un buen servicio
Los editores desempeñan también un rol muy poco glamuroso, un trabajo muy difícil, pero que los autores van a seguir necesitando, ya publiquen en papel o en digital:
– protegiendo la IP. P.ej. para luchar contra la piratería.
– moviéndose por la nueva cadena de valor y usar las eeconomías de escala para conseguir buenos acuerdos (y por lo tanto más ingresos para el autor)
– trabajando el merchandising de los prodctos
– produciendo y proporcionando los mejores metadatos (y creando y soportando nuevos estándares) para asegurar que el contenido y los derechos que le acompañan puedan moverse por Internet sin impedimentos.
Sara Lloyd estará el próximo día 28 en Madrid dando una conferencia en el marco de la jornada organizada por ANELE, «La transformación de los hábitos de lectura y escritura: el impacto de las nuevas aplicaciones disponibles en los centros educativos»
Marta dice
Para mí, esta exposición aporta un dato muy interesante en el que a lo mejor no nos hemos / se han parado. No seguir pensando en digitalizar, sino crear con vistas a esas nuevas tecnologías. Creo que es un punto de partida importante para la reflexión. ¿Cómo hacerlo? Ahí es donde buscamos las respuestas. Saludos!! Y gracias por traernos Frankfurt algo más cerquita 😉
Ediciona dice
Es cierto, Marta, estamos ante un cambio tan drástico (porque así hay que verlo), que los consejos para adaptarse a él plantean aún más preguntas.
Per seguiremos buscando respuestas.
Jorge barrientos dice
No encuentro algún modo viable para que la «Editorial», pueda seguir su papel de intermediario: Escritor>Editorial>Lector.
Hoy un autor, contrata la revisión de estilo con quién desee, según su mejor criterio; y ese revisor puede estar al otro lado del mundo. Igual con la traducción.
De ahí, al mercado electrónico donde la estrategia es fácil: regala unas muestras, y si el cliente te considera de calidad, te seguirá comprando.
Es el lector es el que decide que tan bueno es el autor, si lo es, comprará sus libros. Y si es bueno, ese lector, comentará en los blogs su experiencia. Le creemos al comentario de algún «amigo» nuestro, mucho más que al comercial interesado «$» de una editorial que normalmente se lleva la mayor utilidad posible.
Entonces, en que resquicio se va a meter el «Imperio Editorial»?