Con este título se inauguraba un curioso blog, Ortomanía, que dejó de publicarse en mayo de 2006. Una lástima.
«El «fascismo del lenguaje» nos obliga a ordenar linealmente nuestro pensamiento al enunciarlo. Lo que dentro de nuestra cabeza es una red llena de enlaces, se convierte en una sucesión de sonidos, gestos y silencios llenos de implicaturas. Ahora bien, si esta sucesión tiene interferencias, no somos capaces de interpretar el mensaje.
En el lenguaje escrito —aunque tiene características muy diferentes—, sucede lo mismo: si no somos capaces de representar con propiedad todos los sonidos, gestos y silencios, no seremos capaces de comunicarnos con efectividad.
Pero en realidad esto no es lo más importante. La ortografía es una cuestión de lógica, de sensatez, que refleja la claridad mental del que escribe.
Hoy, cuando el lenguaje escrito vive un renacimiento debido a las nuevas tecnologías, debemos conocer las herramientas que nos permiten llegar con exactitud a todos los que nos leen.»
El autor (???) sólo escribió nueve post relativos íntegramente a los signos ortográficos, como el dedica do a LA RAYA:
«La raya (—) comparte con el punto y coma (;) el dudoso honor de ser uno de los signos ortográficos más olvidados. Casi no aparecen en la escritura digital cotidiana. Esto se explica, a mi modo de ver, porque: (a) no aparece en el «primer nivel» del teclado, (b) se le confunde con el guión (-) que sí aparece y (c) porque no queda clara su función frente a otros signos.
Respecto al primer inconveniente, ya vimos que basta con escribir el número 1051 mientras mantenemos pulsada la tecla «alt». Las funciones más importantes de la raya son introducir las participaciones en un diálogo y «acotar oraciones incidentales» (Sousa, 2003). Ahora bien, en este último uso ¿qué criterio usamos para distinguirlo del paréntesis y las comas? En general podemos decir que la raya ocupa un lugar intermedio de acotación entre el menos fuerte, las comas, y el más abrupto, el paréntesis. Es decir, graficamente podíamos establecer la jerarquía de las acotaciones así: ,—()—, primero las comas, para las interrupciones menos marcadas; después la raya y, por último, el paréntesis para las más fuertes.
La condición previa —aceptar la tregua— no fue aceptada. Comparemos con La condición previa, aceptar la tregua, no fue aceptada o La condición previa (aceptar la tregua) no fue aceptada.
En cualquier caso, conviene no confundir la raya (—) con el guión (-) cuya función más conocida es la de separar las sílabas de una palabra al final de una línea en un párrafo.»
Una buena idea que sería interesante retomar, quizá desde aquí.
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