Volvemos de unos días de descanso con lecturas, propuestas y mucho trabajo por delante. Una de las ideas que no dejó de darnos vueltas durante el período de abstinencia de dispositivos electrónicos (el aislamiento tecnológico puede ser maravilloso y cruel a la vez), fue pensar en la necesidad de vivir experiencias que viajen del analógico al digital y viceversa. ¿Cómo? Hablamos de la maravilla que representan los ebooks porque ocupan menos espacio, son ecológicos, etc., pero lo realmente revolucionario es el poder unir las experiencias lectoras, digitales y analógicas, en un todo.
Al contrario de lo que se puede pensar, no es cuestión de tecnología sino de sensibilidad tecnológica. ¿Y eso? Oímos el término por primera vez en referencia a la revista Wired, gran publicación dedicada a la sociedad tecnológica. Leyendo el post de Nosololibros con el decálogo del editor de ebooks, volvemos a pensar que la labor de un editor que logra colocar en miles de archivos ePub (nos gustan los formatos libres) el trabajo y cariño que se siente al leer una buena traducción o una imprescindible nota preliminar que juegue con links externos e interactivos, es vital.
Sin más, os dejamos con el decálogo:
1. Facilitar el acceso al contenido (URL estable, integración bibliotecaria, interoperabilidad)
2. Integrar el uso pedagógico (permitir cita y reorganización de los contenidos)
3. Asegurar el archivo permanente y el acceso perpetuo.
4. Ofertar contenidos asequibles a los presupuestos de las bibliotecas.
5. Desarrollar servicios centrados en el usuario (anotación, lectura de varios libros simultáneamente, búsquedas, indización del documento, servicio de acceso flexible y variado)
6. Proporcionar el más amplio acceso a contenidos (acceso autenticado nómada y versión audio)
7. Publicar ediciones recientes
8. Proporcionar las estadísticas de uso
9. Liberalizar los usos
10. Innovar (modificar las ofertas y experimentar).
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