Valentín Pérez Venzalá es director de Minotauro Digital, una de las editoriales españolas más activas en la web. Además del éxito obtenido recientemente al publicar por entregas vía Facebook la novela El Libro de Angelina, desde hace algunos años Minotauro Digital dedica esfuerzos a publicar libros en soporte digital y de papel, y a ofrecer servicios de digitalización a otras editoriales. Contactamos con Valentín a través de internet cuando se encontraba «ePubeando«, proceso que según nos comentó «es un trabajo de afinar visualización para que el libro se vea lo más parecido al que ya existe en papel (o si no lo hay, al diseño previsto) y también de ajustar formatos (a menudo se pierden cursivas, negritas, mayúsculas, etc) , todo lo cual al final se tiene que hacer a mano tocando el código XHTML y la hoja de estilo (CSS), trabajando en parte como trabajamos con una página web». La respuesta de Valentín, a caballo entre las letras y la informática, nos animó a proponerle una entrevista sobre su papel como editor en el mundo digital.
Ediciona: ¿Cómo surge Minotauro Digital?
Valentín Pérez Venzalá: Minotauro Digital ha cumplido ya 12 años en la red, nació como portal cultural en el que ofrecíamos un espacio para la divulgación de obra original y crítica, desde música a pintura, pasando especialmente por la literatura. Evolucionó después a editar una revista en papel, «Cuadernos del Minotauro» (cuando lo habitual era precisamente lo contrario) a la que se unieron los libros en papel que hemos venido editando estos últimos años. Pero no hemos abandonado el libro electrónico, porque además de editar cada libro en papel y también en formato digital al 50% del precio en papel, hemos mantenido una colección de libros solamente digitales desde el principio, libros que se pueden descargar de forma gratuita o bien con una versión gratuita (en formato LIT) y otra de pago (en formato PDF imprimible), aunque con un precio simbólico. Precisamente un modelo similar a ese es el que queremos empezar a utilizar a partir del 2010 con un nueva web que estamos preparando, dedicada únicamente al libro electrónico, aunque bajo el paraguas de Minotauro Digital.
E: ¿En qué formatos digitalizan y por qué?
V.P.V: Ahora mismo estamos digitalizando sobre todo a formato ePub (y también mobipocket, ya que esta basado en el mismo estándar), pero no sólo nuestros libros que siempre los hemos editado en formato papel y digital casi al mismo tiempo, sino que estamos realizando esta labor también para otras editoriales. Estamos digitalizando a formato ePub porque este formato se perfila ya como un estándar para el libro electrónico, dado que cada vez son más los dispositivos que lo leen y cada vez son más también las empresas que lo acogen como ha sucedió recientemente con Google, que va a ofrecer un millón de libros en este formato. El ePub se está definiendo como el estándar porque es un formato abierto y se basa en otro estándar, el XML, que es un lenguaje fundamental en el intercambio digital de información, y es también el lenguaje en el que se basan las páginas webs, por lo que este formato puede visualizarse adecuadamente en diferentes dispositivos, desde el ordenador, al teléfono móvil pasando por supuesto por los lectores electrónicos. El formato tiene la ventaja de adaptarse a las diferentes resoluciones de pantalla desde la que se puede visualizar el libro, pues no olvidemos que estos libros podrán verse desde una pantalla de ordenador de 22 pulgadas a un teléfono móvil o un e-reader de 5 ó 6 pulgadas, por lo que es fundamental que el contenido pueda adaptarse de la mejor forma posible a esa diferencia. Todavía es un formato imperfecto, o más bien habría que decir que los reproductores son todavía imperfectos y no implementan adecuadamente las posibilidades del formato: al estar basado en XHTML, el formato puede llegar a tener las mismas capacidades que una página web. Las limitaciones de los lectores electrónicos todavía son muchas, pero se está avanzando muy deprisa en este camino.
E: Cómo editor, ¿cuáles son las principales dificultades con las que te has encontrado en el proceso?
V.P.V: A nosotros nos cuesta menos porque hemos nacido como editores en un mundo digital y conocemos técnicamente también el mundo de Internet, por lo que para nosotros es lo mismo editar para papel que para un formato electrónico, al margen de que cada formato requiera mayor atención en unos aspectos que en otros, y que finalmente su distribución y venta sean totalmente distintas. Es en esos dos aspectos donde realmente puede costar adaptarse a los editores habituados a la edición y distribución tradicional. Quizá la mayor dificultad que nos encontramos sea paradójicamente el lector, pues todavía los lectores no demandan libros en formato electrónico en la medida que nos gustaría. Si pensamos que un lector que lee 5 libros al año es en realidad algo poco frecuente, comprendemos que este tipo de lector quizá no se anime de inmediato a comprar un dispositivo electrónico para leer esos cinco libros, y que sean de momento los lectores que leen mucho más de 5 libros al año, los profesionales del libro y de la lectura y quienes precisan de consultar documentación técnica, los que estén más interesados por la lectura digital. Ahora mismo no podemos decir que en España exista una gran demanda de libros electrónicos, aunque eso está cambiando y esperamos que el año que viene suponga un avance muy sustancial en ese sentido.
E: ¿Cómo cambia el trabajo de un editor al pasar de lo analógico a lo digital?
V.P.V: Yo creo que la labor fundamental de un editor no debería cambiar en nada. Esto es, el editor es el encargado de encontrar un buen texto y asimismo al lector para ese texto, y presentárselo de la mejor forma posible. Eso sigue siendo válido en el mundo digital. Cambia el soporte en el que se ofrece el contenido, pero igualmente debe ofrecerse con las mejores garantías tanto de calidad literaria como de calidad editorial (diseño, corrección de tipografía, etc.), y aprovechando al máximo las ventajas de cada soporte. Lo que sí cambia es todo lo que viene después (o a veces, antes) que es el tema de la distribución, la venta e incluso el propio marketing del libro. El editor tiene que acostumbrarse a que el abanico de lectores se amplíe enormemente porque ya no se limita a los lectores que pueden encontrar el libro físico en una librería. El editor ya no está limitado a la tirada física del libro, ni al espacio que puede cubrir su distribución, pero a la misma vez tiene que seguir pensando en cómo hacer visible ese libro. Si el editor antes debía «pegarse» por las mesas de novedades de las librerías quizá ahora deba pegarse por los post de los blogs más relevantes o por estar en las páginas principales de las librerías virtuales más visitadas. En cualquier caso, eliminado el escollo físico hay más posibilidades para llegar al lector, aunque todavía no está muy claro cuál va a ser el principal canal de venta del formato electrónico, pues si en el libro físico parecían serlo principalmente las librerías, en el formato electrónico hay quien sigue apostando igualmente por las librerías (lo que tiene mucho sentido, porque el papel y el formato electrónico tienen que convivir y el mejor lugar para esa convivencia pacífica pueden muy bien ser las librerías) aunque por el ahorro que supone, el canal internet será fundamental.
E: ¿Cuáles son los valores que puede aportar el editor a un libro digital?
V.P.V: Lo he comentado un poco antes, el editor debe aportar tanto al libro físico como al electrónico su capacidad para encontrar un buen texto y hacerlo llegar a sus lectores de la mejor forma posible. Se oye mucho hablar de que los editores pueden no ser necesarios en un mundo en el que el libro sea digital, que los autores podrán editar sus propios libros y hacerlos llegar a los lectores, pero lo cierto es que independientemente del formato, el autor necesitará un editor que le ayude a definir su libro y el lector necesitará un editor de quién fiarse a la hora de seleccionar su próxima lectura. El desconocimiento por parte de muchos lectores, y también de algunos autores, de la labor que realiza el editor, puede hacer pensar que es innecesaria, pero tanto en formato digital como en papel el autor seguirá necesitando un editor no solo como mediador entre él y el lector, sino también para ayudarle a conformar el libro, a mejorarlo en los aspectos en los que un editor puede mejorar un libro, e igualmente al lector le resultará más fácil contar con el editor como un primer filtro de calidad que le asegure que de alguna forma merece la pena elegir ese libro y no otro. Todo lo cual no quita que autores y lectores puedan encontrarse sin mediación alguna y que dicho encuentro pueda funcionar perfectamente, aunque a menudo son también medios, como páginas webs literarias, las que cumplen en internet esa función de editor.
E: ¿Los editores en España están listos para trabajar en la digitalización de sus fondos?
V.P.V: Yo creo que sí, y de hecho ya lo están haciendo. Si hasta ahora no lo han hecho es en parte porque no veían la necesidad, o mejor dicho, la posibilidad de negocio. Nos guste o no, el libro electrónico no se vende en España en un volumen significativo como para que los editores hayan sentido la presión necesaria para ponerse rápidamente en movimiento. Sin embargo, este año hemos cambiado de velocidad y todo está yendo más deprisa, por lo que es de suponer que el 2010 haya un aumento de ventas de libros electrónicos, y aunque el volumen siga siendo relativamente pequeño, dado que el coste real de digitalizar los fondos tampoco es muy alto, las editoriales pueden empezar a hacerlo con mayor o menor intensidad confiando en sacarles rendimiento más pronto que tarde. Otra cosa es el tema de los derechos, la pereza o la dificultad de re-negociarlos con los autores para ediciones antiguas o descatalogadas, o incluso la propia desconfianza o minusvaloración de algunos autores hacia el medio digital, puede hacer complicada la negociación de los derechos digitales, aunque la mayoría de los autores creo que van comprendiendo la importancia de esta nueva forma de libro. Quizá ahí puede estar el principal escollo, pero desde luego de cara a los nuevos títulos que se editen, las editoriales deberían empezar a producir sus obras en formato digital a la vez que en papel, incluso aunque ahora mismo no se esperen grandes ventas en formato electrónico, porque ese trabajo ya estará hecho para cuando la demanda sea más alta. Las editoriales que ya tienen sus libros digitalizados e incluso los tienen a la venta, poseen la ventaja de que, sin un excesivo coste adicional a la producción del libro en papel, tienen ya un escaparate preparado para cuando el lector vaya a buscar títulos en formato digital, mientras que otros irán detrás de los lectores cuando estos lleguen, lo cual siempre será llegar un poco tarde. Creo que las editoriales solo necesitan un empujón para animarse definitivamente a digitalizar sus fondos y una vez que lo hagan, ese proceso será lo normal y habitual en el sector.
Rogelio dice
¿No es un poco lógico el recelo o la desconfianza de los autores y de algunas agentes, a la vista de cómo lesha ido con el asunto de la digitalizción-piratería a los músicos?
Por otra parte, hubiera estado bien saber que piensa de la intrusión de Amazon, robando los títulos de Orwell que regaló con el Kindle sin tener derechos sobre estas obras. ¿O me equivoco y esos temas no ineresan?
ediciona2 dice
Hola, Rogelio,
Es verdad que hasta hace unos años era comprensible la desconfianza de algunos profesionales del sector editorial respecto a la digitalización de contenidos, más que nada porque suponía invertir en un mercado que aún no se veía claro. Ahora es más que obvio que existe un público para los contenidos digitales y que su crecimiento a mayor escala es sólo cuestión de tiempo. Si la piratería prolifera es porque existe una demanda que las editoriales podrían satisfacer vendiendo esos libros con vídeos, notas añadidas, o ofreciendo quizá sólo capítulos separados… en fin, siendo creativos y otorgando calidad. ¿O es que acaso iTunes no ha tenido éxito vendiendo canciones en formato mp3 a $1.99 y Spotify no está llegando a acuerdos con discográficas para aumentar su base de datos de canciones en «la nube»? Claro, la popularización del iPod ha sido vital para el negocio musical, pero al mundo editorial tampoco le falta mucho para que, entre tanta proliferación de Kindles, eReaders, Nooks y Coolers, un dispositivo logre una relación funcionalidad-precio atractiva para el gran mercado.
Sobre la pregunta que planteas respecto al retiro del libro de Orwell de los Kindle, está claro que fue un enorme error de Amazon regalar libros sobre los que no tenía derechos y, aún peor, retirarlos de los lectores electrónicos de forma unilateral. Muchos condenamos los abusos que pueden cometer gigantes de la red como Amazon, Google o Facebook gracias al poder de la información y la tecnología que manejan. Sin embargo, no por ello dejamos de participar en el mundo digital.
Gracias por tu comentario. Transferiremos la pregunta y esperamos que en Minotauro Digital la respondan.
Un saludo cordial,
El equipo de Ediciona
Rogelio dice
Gracias a vosotros, pero mi comentario pretendía aludir más al creador que a las empresas editoriales. Creo que dejaremos de ver a escritores profesionales o semiprofesionales siquiera, pues si bien el músico puede obtener ingresos mediante conciertos, el novelista lo tiene bastante más difícil, creo yo. Y no hablo tanto de los superventas como de los músicos de éxito más modesto o que se apartan de la música popular (indie o no). No sé si puedo estar muy de acuerdo en que el iPod ha sido VITAL para la industria musical o poco menos que LETAL para los músicos en su conjunto. Y en cuanto a Amazon me pregunto si más allá del error no hubo un delito punible. Reitero en cualquier caso mi agraddecimiento por la rápida respuesta al comentario y os animo a seguir en una línea tan ecuánime y útil.
Valentín Pérez dice
Estimado Rogelio, el tema de Amazon y el «robo» de 1984 fue una metedura de pata que no deja de tener cierto encanto poético, porque el que precisamente eso sucediera, entre otros, con el libro de Orwell tiene su gracia. De todas formas en el mundo digital cambia el concepto de «posesión» de las obras, al fin y al cabo el cliente no adquiere ya algo físico, sino que en el fondo adquiere el derecho a usar o disfrutarlo durante un tiempo limitado (aunque los límites son los que, para empezar, dejan de estar claros) . El cliente no compra la música, sino la posibilidad de escucharla, de la misma forma que cuando uno va al cine, no adquiere la película ni siquiera el derecho a verla cuantas veces quiera, sino el poder disfrutarla esa única vez. Con el libro digital pueden llegar a darse formas parecidas a las del cine o como sucede con los video-clubs (los pocos que quedan) en las que el cliente no compraría el libro sino que pagaría por tener derecho a su uso durante un tiempo o para una sola lectura, etc.. De ahí que el que Amazon (o la compañía que sea) pueda «quitarte» un libro en un momento dado, no es tan descabellado. El tema es que todo todavía está muy verde y por eso lo de Amazon ha sido una metedura de pata (en realidad dos, pues la primera fue vender un libro del que no tenía los correspondientes derechos) pero que nos muestra que debemos empezar a pensar otras posibilidades de lectura, es decir, a pensar por ejemplo en la posibilidad de no comprar» un libro sino solo comprar el derecho a leerlo. Al fin y al cabo esa es parte de la razón que justifica que el libro digital sea más barato que el físico porque entre otras cosas tiene claras limitaciones como el no poder prestarlo (aunque algunos sistemas como el de Barnes & Noble parece que lo permitirán) o simplemente el no poder usarlo para «calzar» la pata coja de una mesa o rellenar una estantería en el salón. Lo importante no es «poseer» los libros, sino que con el libro digital, la lectura puede llegar más lejos, a más lectores y de forma más rápida. Que el libro al final esté en la «nube» o esté en una tarjeta de memoria o en el disco duro del ordenador no es tan importante siempre y cuando eso no suponga que alguien pueda borrar de la faz de la tierra un libro, o impedir leerlo a según que personas (al fin y al cabo determinados países no tienen acceso a ciertos contenidos de internet y gigantes como Google colaboran en ello si quieren estar en esos países) al modo en que precisamente en 1984 desaparecían las noticias pasadas que ya no convenían. Eso podría ser un peligro pero conociendo la historia del libro en que tantas veces libros prohibidos han circulado y sobrevivido en circunstancias más adversas, no creo que nadie vaya a impedir que los libros digitales o manuscritos acaben desapareciendo si deben sobrevivir.
En cuanto al otro tema , el de si la desconfianza de los autores está justificada, yo insisto en que el mundo del cine y de la música no tienen tanto que ver con el del libro como algunos quieren creer. Para empezar todo el mundo escucha música y todo el mundo ve películas, pero no todo el mundo lee. Aquí en Madrid hay un top-manta en cada esquina, pero no es fácilmente imaginable un top-manta del libro (aunque en otros países exista algo muy parecido y gracias al cual haya gente que pueda acceder a los libros, pues de otra forma lo tendrían complicado) . Además la mayoría de los autores yo creo que no le tienen miedo al libro digital porque si un libro (o un disco) se piratea es que simultáneamente se está vendiendo bien. No se piratean los discos que no venden, sino los que la gente demanda, y por tanto los que se se están ya vendiendo, por tanto la piratería (palabra que no es en absoluto adecuada, pero que usaremos para entendernos) en buena medida coadyuva a la difusión de las obras. Yo no tengo tan claro que la piratería reduzca los beneficios de los que más se quejan del top-manta, porque a los que veo quejarse son precisamente a los que les sale dinero por las orejas (me sé de uno del que hace poco descubirieron que defraudaba varios millones a Hacienda llevándose su dinero a paraísos fiscales) Los autores que no venden tanto o incluso los que ni siquiera tienen disco o libro en el mercado, colocan ellos mismos su obra en las redes P2P conscientes de que es una excelente forma de difusión. Que el autor o el editor tengan miedo al libro digital porque sea más fácil copiar sus obras y distribuirlas creo que no es razón para impedir el desarrollo del libro digital porque los libros que se han querido copiar se han copiado siempre, basta con un escáner y un OCR, tiempo y ganas (o necesidad, o admiración hacia el libro para querer difundirlo). La prueba es que libros super-ventas están ya en la red incluso antes de que la edición salga a la venta. No se puede parar la copia de contenidos, pero es que además, tampoco es todo negativo en el hecho de que sea relativamente fácil copiar y distribuir las obras, porque aunque aparentemente suponga una reducción de ventas, al final, de una u otra forma, redunda positivamente para el autor y también (creo y espero) para el editor. Al fin y al cabo si Windows es hoy uno de los sistemas operativos más utilizados , en parte se lo debe a que en sus orígenes era muy fácil de copiar (facilidad probablemente auspiciada por la propia Microsoft consciente de lo que esas copias podrían suponer ) y por ello se expandió tan rápida y eficazmente, cuando precisamente sistemas operativos mejores (y para colmo, gratuitos) se han quedado atrás. Si Windows hubiera tenido sistemas anticopia más eficaces, es probable que tu y yo estuviéramos hoy usando Linux. Otra cosa es que muchos autores consideren poco «glamouroso» editar su libro en formato digital, pero es que en realidad ahora mismo de lo que estamos hablando es de editar «también» cada libro en formato digital, es decir, no dejar de editar en papel, sino editar en los dos formatos. Cuando superemos esa fase, quizá se podrá plantear el editar según qué títulos solo en formato digital (cosa que por cierto, editoriales como las legales ya vienen haciendo hace tiempo), pero cuando ese momento llegue ya habremos superado casi todas las dudas que todavía hoy tenemos. Yo de momento me conformo con que cada libro que se edite tenga su versión digital a disposición del lector que la necesite porque, otro tema el que no se habla mucho, son los lectores que sufren ciertas discapacidades y para quienes los libros en formato digital pueden suponer su única forma de acceso al libro.
Un saludo