Es el tema del día, ayer y hoy, en nuestro lector de feeds: la publicación de un resumen del último estudio de Nielsen que compara la experiencia de usuario en cuanto a velocidad de lectura de un libro digital en un iPad (a través de la aplicación iBook) y en un Kindle 2.
Los resultados dicen que se observa un descenso de la velocidad lectora del 6,2% en el iPad respecto al libro impreso, diferencia que aumenta hasta el 10,7% de descenso en velocidad lectora en el Kindle 2. Es decir, se lee más rápido en papel que en pantalla.
La prueba se hizo sobre 24 personas, por lo que los resultados sobre usabilidad, velocidad y grado de confort son irrelevantes como argumento a favor o en contra de unos u otros soportes de lectura.
Sin embargo, ¿qué pasaría si la prueba se hubiera hecho a 5.000 personas? ¿Qué relevancia tendrían sus resultados? ¿Realmente la velocidad lectora es tan importante?
Estamos de acuerdo en que son importantes una buena usabilidad, un diseño del libro y una ergonomía de la pantalla que garanticen una amabilidad lectora, es decir, que no se entorpezca el ritmo de lectura. Pero creemos que lo verdaderamente importante es y será la comprensión lectora.
De nada sirve leer rápido si no se entiende o se retiene lo que se lee, y éste es uno de los «males educativos» de las nuevas generaciones de estudiantes. Quizá leer en el mismo soporte en el que juegan los haga más receptivos a los libros; quizá ellos estén más dotados que nosotros para leer en pantalla; quizá leer en pantalla les favorezca la concentración y la comprensión lectora. Está por ver.
SrLansky dice
Yo creo que sí que es relevante. Supongo que tiene que ver con una cuestión de hábito, pero cualquier cosa que entorpezca a lo que está habituado el lector juega en contra suya. También la velocidad lectora. ¿Tendrá algo que ver que al desaparecer el volumen físico no se controla el punto en el que uno está del libro?
Piluca dice
Como lectora en papel y en libro electrónico lo he notado, no mucho pero sí algo, creo que se debe, al menos en los títulos que tengo, a que no están diseñados para el libro electrónico, es decir que han usado la misma maqueta del texto para imprimir para generar el archivo electrónico, ni siquiera se han molestado en cambiar la fuente y no es igual la legibilidad en pantalla que en papel, aunque sea tinta electrónica. Me ha dejado mal sabor de boca portarme como es debido comprando y no pirateando y ver que los títulos a la venta tenían nulo respeto al comprador en lo que se refiere a la calidad de lo ofrecido.
Ah! no tengo un iPad ni un Kindle y lo que compré es español de España.
Por lo demás llego a la abstracción sin problemas, igual que con el papel, pero, repito, una adecuación al soporte aumentaría mucho la velocidad de crucero.
Daniel dice
Entiendo que cuando se refiere a «velocidad lectora» se refiere a «velocidad lectora comprendiendo». En cualquier caso, la muestra de 24 personas convierte en irrelevante totalmente los resultados. Y, la verdad, también me choca que diga que se lee mejor en iPad que en Kindle, puesto que he probado ambos y el brillo del iPad es muy cómodo para lectura de cómics y revistas, pero para libros no lo es tanto.
Ediciona dice
Tienes razón, Piluca, las editoriales han sido muy descuidadas con las versiones digitales que han puesto a la venta, pero no por voluntad propia, sino por desconocimiento. Muchos han dado por supuesto que la conversión era automática y que quedaba perfecta con un simple clic, y son pocos los que revisan lector a lector cómo se leen sus libros en digital. Porque, además, cada lector tiene su propio firmware, lo que hace que no todo funcione igual en todos.
Habrá que tener paciencia y esperar que poco a poco las cosas se vayan normalizando.
Ediciona dice
Como bien dices, Daniel, es casi ridículo sacar un estudio sobre la base de 24 experiencias. Solo O’Reilly puede permitirse ese lujo 🙂
Luis Jaime Ariza Tello dice
Mundo de afanes, de eficacia y eficiencia!! Y no va quedando tiempo para el deleite de un poema leído con el ritmo que las palabras dictan, ni para la ceremonia íntima de una lectura que repasa segmentos y se detiene para rumiar y digerir con el corazón la trama de una novela, o para la carta de amor que se deleita en la descripción de un jardín o una flor del jardín…
Me pregunto si es necesario tanto afán. ¿Sabemos más, somos más felices? Cada texto dicta su tiempo, y no viviremos más porque seamos más rápidos en la lectura. Dejemos eso a los memoristas, a los ejecutivos presurosos de tragar tiempo y hacer dinero, a quienes no se interesan por la reflexión sino por el dato utilitario…