Aún con la resaca de Liber y sin tiempo para haber escrito una línea sobre Liber Digital, ayer pasé el día en la feria de Frankfurt. «Un sube y baja», como decía un grupo de editores catalanes que encontré en el aeropuerto. (Por cierto, mi agradecimiento a Segimon Borràs, del Gremi d’editors de Catalunya, que nos acogió a Silvia Mas y a mí en el autobús que habían fletado para trasladar a los editores a la feria. Cuando una llega a cierto grado de agotamiento esos pequeños detalles tienen un gran valor.)
Llevo unos cuantos años yendo a Frankfurt, así que pocas sorpresas me depara ya esta feria, pero después de haber organizado un Liber Digital, esta vez la aprecié con una mirada diferente, sobre todo admirativa: ahora sé por experiencia propia lo mucho que cuesta organizar una feria y que todo marche bien, y la de Frankfurt es un monstruo que funciona con precisión alemana, aunque también con wifi chungo, como en Liber (ya sé que el mal de muchos es consuelo de tontos, pero yo ayer tuve un ataque de suprema y feliz «tontería» ante las dificultades de tener una conexión decente).
No voy a entrar en comparaciones entre Liber y Frankfurt, porque actualmente el volumen y alcance de la una y la otra son tan desiguales que sería un ejercicio inútil (para muestra este botón: la feria alemana ocupa 8 pabellones entre los circula un minibus; la española, 1), pero sí que creo necesario destacar una serie de aspectos de los que valdría la pena que Liber tomara ejemplo:
1. Una ubicación única: la feria se celebra siempre en Frankfurt.
La celebración de Liber se alterna entre las sedes de Barcelona y Madrid, un año aquí y un año allí. La razón es tan simple como política: en números redondos, aproximadamente el 45% de los editores de España están en Madrid; el otro 45%, en Barcelona, y el 10% restante distribuido por el resto del país. La misma dinámica que hace que la presidencia de la FGEE se alterne cada cuatro años entre un representante catalán y otro madrileño es la que se aplica a la feria del libro.
Si bien este sistema establece un equilibrio de poderes en el seno de la Federación, comercialmente es un lastre para Liber, que no llega nunca a identificarse con un modelo ni con un entorno, lo que, añadido a la falta de una dirección única, la convierte en una feria con unas señas de identidad poco definidas.
Sería conveniente que la celebración de Liber quedara ligada a una ciudad, que se identificara con ella y que la involucrara en sus actividades. Ello llevaría a una mayor implicación del gobierno local, lo que redundaría seguro en el crecimiento de la feria.
2. Una dirección única: un único equipo directivo, gestor y ejecutivo con un proyecto único
Liber es una feria auspiciada y co-dirigida por la Federación de Gremios de Editores de España, algo normal teniendo en cuenta que en sus orígenes fue una feria creada por editores y para editores. La FGEE aporta a Liber el 90% de los expositores y gestiona las actividades complementarias, organizadas en su mayoría por asociaciones y empresas. La parte logística compete a la institución ferial que albergue Liber, Ifema cuando se celebra en Madrid y Fira cuando es en Barcelona. Tanto una como otra se ocupan también de comercializar espacios (los stands) para rentabilizar la Feria.
Ambos equipos, el de Madrid y el de Barcelona, cuentan con magníficos profesionales, sin embargo la propia dinámica de la feria, el que se alterne cada año entre las dos ciudades, impide que ninguno de los dos pueda desarrollar un proyecto propio de envergadura, a pesar del apoyo que presta la FGEE y de la existencia de un comité organizador. No hay que olvidar que tanto Ifema como Fira son empresas colaboradoras que intervienen por ánimo de lucro, no por amor al libro, y es normal que no inviertan más esfuerzos, que no se vuelquen en un proyecto discontinuo.
Y es precisamente eso lo que necesita Liber: definir un objetivo ambicioso, establecer un plan estratégico y trabajarlo de forma unitaria para alcanzarlo.
3. Una concepción «mixta» de la Feria: combinar la presencia de los profesionales con la asistencia de público.
Los tres primeros días la feria de Frankfurt es puramente profesional, pero el fin de semana se abre la público, que puede adquirir los libros con descuento, conseguir firmas de sus autores favoritos y participar en diferentes actividades. Un modelo similar es el de la FILNI, la feria del libro de Guadalajara (México).
La celebración de Liber en septiembre, cuatro meses después de la Feria del libro de Madrid y seis del Sant Jordi catalán, así como tres antes de la campaña navideña, además de animar las ventas, supondría un acercamiento del editor a los lectores, y de estos al libro y a otros productos relacionados con la lectura.
España es la cuarta industria editorial del mundo, se merece una feria que esté a la altura.
Fran dice
Valencia sería ideal como «ciudad neutral» y con buenas comunicaciones, pero parece que al gobierno local le interesan más los espectáculos circenses.
Novedades literatura dice
¿Cuál es la presencia del libro digital en este evento?