El juez federal de Nueva York, Denny Chin, ha rechazado (03/22/2011) el acuerdo al que habían llegado Google, la Asociación de Editores Americanos y el Sindicato de Autores de EE.UU. en 2008 (y que había sido parcialmente subsanado en enero de 2009).
El consenso alcanzado por estas instituciones pretendía poner fin a un litigio iniciado en 2005, a raíz de las demandas interpuestas contra Google por el Sindicato de Autores y cinco grandes editoriales estadounidenses (The McGraw-Hill Companies, Pearson Education, Penguin Group USA, John Wiley & Sons, y Simon & Schuster), en septiembre y octubre de 2005, respectivamente. La demanda objetaba el plan de digitalización de Google, en cuanto a la búsqueda y visualización de fragmentos de libros con licencias de derechos de autor provenientes de archivos digitales de bibliotecas, sin que se hubiera obtenido previamente el permiso explícito del propietario de los derechos de autor. El acuerdo que se había alcanzado preveía que la empresa informática invertiría 125 millones de dólares para remunerar a los autores de las obras digitalizadas sin autorización, y establecería un fondo de derechos del libro, asegurando una compensación económica a los autores que aceptaran digitalizar sus libros y facilitando la explotación monetaria de los mismos.
Desde 2008 este acuerdo se encontraba en proceso judicial ante la avalancha de recursos presentados por más de 500 empresas y particulares (entre ellos Microsoft, Amazon, la Asociación de Libreros europeos o el gobierno alemán , por ejemplo).
La cuestión presentada aquí es si el acuerdo (Amended Settlement Agreement) es justo, adecuado y razonable. Y he llegado a la conclusión de que no lo es.
El juez concluye que, aunque la creación de una biblioteca digital universal puede ser beneficiosa para mucha gente, supone el «monopolio de facto» por parte de Google y no garantiza los derechos de los titulares de la propiedad intelectual de los libros. El juez, sin embargo, ha dejado la puerta abierta para que las partes puedan revisar el acuerdo y sugiere que sus objeciones se podrían eliminar fácilmente si se establece que los titulares de los derechos aceptan explícitamente los términos para poder integrarse en Google Books (opt-in), en contraposición a lo que establecía el acuerdo hasta ahora: que sólo quedaban fuera del acuerdo los titulares que así lo comunicaran expresamente (opt-out).
Ahora el debate sobre la explotación de las obras huérfanas -aquellas obras sujetas a derechos de propiedad intelectual, de las cuales no se pueden localizar a los titulares- vuelve al Congreso de los Estados Unidos. En palabras del juez Chin, «establecer un mecanismo para la explotación de las obras huérfanas es una cuestión más propia del Congreso que de esta corte». De hecho, el Congreso ya había dirigido esta cuestión a raíz de la publicación de un informe de 2006 realizado por la oficina de Copyright de los Estados Unidos, donde se recomendaba el libre uso de las obras huérfanas siempre y cuando se demostrara que se había hecho una búsqueda diligente de sus titulares. El Congreso estaba a la espera de conocer la sentencia judicial sobre el acuerdo de Google para poder legislar sobre la cuestión.
La sentencia del juez viene a dar la razón a quienes se habían opuesto al acuerdo, bien por cuestiones monopolísticas, bien por cuestiones de respeto a la propiedad intelectual. De hecho, el mismo juez ha explicado que a la hora de considerar el caso ha tenido muy en cuenta el alto número de miembros de la acción colectiva (autores y editores) que decidieron retirarse del acuerdo (unos 6.800), así como el elevado número de alegaciones judiciales y recursos en contra (un total de 500).
Muchos autores, la mayoría de carácter académico y también de ficción, manifestaron no sentirse representados por la Authors Guild (la Asociación de Editores Americanos) en el que se alcanzaba el acuerdo entre Google y las asociaciones de editores y de autores. Uno de los casos más conocidos es el de la prestigiosa escritora de ciencia ficción Ursula K. Le Guin, que abandonó la asociación de autores para mostrar su desacuerdo en cómo habían llevado el asunto. Aquí podéis ver su carta de renuncia.
La sentencia también da la razón a las editoriales y asociaciones de libreros que se habían manifestado en contra. Así, por ejemplo, el Dr. Gottfried Honnefelder, presidente de la Asociación de editores y libreros de Alemania (Börsernverein diciembre Deutch Buchhandels) manifiesta que «la sentencia del Juez Chin demuestra al mundo que los derechos de la propiedad intelectual no pueden ser ignorados por intereses privados o comerciales «.
Efectivamente, esta decisión supone un importante revés para el ambicioso proyecto de Google Books (inicialmente conocido como Google Print y luego Google Book Search) para crear una biblioteca digital universal, presentado en diciembre de 2004. Google Books es un servicio que permite el acceso y la búsqueda de textos de libros digitalizados previamente por Google con OCR (reconocimiento óptico de caracteres), y almacenados en su base de datos digital. Pero no olvidemos que gracias a los acuerdos con numerosas bibliotecas y también editoriales (el último acuerdo importante con Hachette) llevan escaneados unos 15 millones de libros, de los cuales sólo 3 millones son consultables (en EEUU).
Ahora las partes deberán decidir si retoman el litigio contra Google o renegocian el acuerdo al que habían llegado. A partir de las declaraciones de los últimos días, se puede decir que las editoriales son las primeras que se han mostrado interesadas en querer llegar a un acuerdo, y así lo han manifestado, en palabras del presidente de Macmillan John Sargent, uno de los arquitectos de el acuerdo:
Los editores estamos preparados para modificar el Acuerdo para obtener su aprobación. Planeamos trabajar juntos con Google y el Sindicato de Autores para superar las objeciones expresadas por el juez y para promover el principio fundamental que hay detrás nuestra demanda, que el contenido con copyright no puede ser utilizado sin permiso del propietario ni fuera de la ley».
También el sindicato de autores quiere llegar a un acuerdo. Según palabras del presidente del sindicato de autores, el escritor Scott Turow:
Nos gustaría sentarnos con nuestros socios del acuerdo y llegar rápidamente a una solución. Estudiaremos la decisión del juez Chin y hablaremos con las editoriales y con Google con la esperanza de llegar a un acuerdo, dentro de los parámetros que marca el juez ,que sea beneficioso para todas las partes.
Por su parte la voluntad de Google de querer llegar a un acuerdo, de momento no se ha hecho explícita, y según declaraciones de Hilary Ware, responsable del servicio judicial de Google:
Como muchos otros, nosotros pensamos que este acuerdo tiene el potencial de abrir el acceso a millones de libros que son actualmente difíciles de encontrar en EEUU. Sea cual sea la decisión del juez, seguiremos trabajado para que se descubran más libros en línea gracias a Google Books y Google eBooks.
Recordemos que también la Unión Europea está estudiando legalmente esta cuestión.
Para conocer las consideraciones y sentencia de juez podeís consultar el documento original en este enlace.
Josep M. Vinyes
El jutge federal rebutja l’acord entre Google, l’Associació d’Editors i el Sindicat d’Autors dels Estats Units
[…] infringir las leyes antimonopolio. Si desea tener más información sobre este caso os remitimos a este post, donde explicamos algunos de los factores clave de su […]