No es un secreto: las bestias negras de las editoriales, sobre todo de las pequeñas y de las que empiezan, son la distribución y la logística.
A raíz de la creación y presentación de ArcLogi, un enorme almacén que pretende ofrecer servicios logísticos a las pequeñas editoriales, Xavi Ayén traza un esbozo de la distribución en Cataluña en el artículo «Los libros vienen del hipermercado» (La Vanguardia).
«En Catalunya, el sector de la distribución acaba de sufrir una sacudida. Con la entrada de Planeta y Enciclopèdia Catalana en el Grup 62, se han creado dos nuevas distribuidoras: Enlaces, para libros en castellano, y Àgora, para los títulos en catalán del nuevo gigante. Los daños colaterales de la operación han sido que la distribuidora Arc de Berà ha perdido a sus mejores clientes (grupo Planeta y Proa), lo que la ha hecho reaccionar: ha buscado nuevos socios y, este jueves, presentó ArcLogi, un nuevo almacén de 3.200 metros cuadrados y 13 metros de altura en Gualba, una imponente estructura de estantes metálicos gestionados por un robot, mecanismo «hasta ahora vedado a las empresas pequeñas» y que ofrecerá sus servicios a las editoriales que lo pidan.
Al margen de la polémica que ha creado la inyección financiera aportada por la Generalitat, lo cierto es que para las editoriales, tener un espacio en un almacén con los servicios logísticos asociados que ello comporta (envíos urgentes, colocación de fajas, etc., actividades que comportan el 44% de los servicios prestados por ArcLogi) y poder gestionar directamente los movimientos de los libros vía internet facilita mucho su labor diaria.
¿Es el almacén único la mejor forma de adaptación de la distribución a los nuevos vientos editoriales?
En la actualidad, los almacenes en España tienen, según los cálculos del sector, alrededor de cien millones de libros. En Guadalajara está el más grande, el de Logista (Planeta), con 59.000 metros cuadrados y un movimiento de 40 millones de libros anuales.
Si hasta hace poco España se dividía en zonas con un pequeño almacén en cada región, la tendencia clara es, según coinciden todos los consultados, hacia el almacén único. La gran mayoría está en el centro, «porque es más fácil repartir desde ahí», apunta Matesanz (Planeta). Jorge Herralde -que ya tiene sus libros en Guadalajara, con Logista– puntualiza que «una cosa es que haya un único almacén y otra que las distribuidoras mantengan su diversidad. La concentración logística debe ser neutral, como una vía férrea». Sin embargo, Daniel Fernández apunta maliciosamente: «No sé si a las editoriales pequeñas y medianas les gusta que Planeta, Santillana o Random House sepan exactamente cuántos ejemplares venden de cada uno de sus títulos, eso las hace más vulnerables».
Los almacenes únicos tienen de bueno que «sabemos exactamente los libros que nos quedan y los envíos se simplifican» (Herralde), pero un efecto colateral negativo, que apunta Fernández: «Los libros llegan en 48 horas, pero si en una farmacia se considera un buen sistema que la medicina te llegue al día siguiente, no estoy seguro de que a la gente le parezca bien esperar un libro dos días, porque a lo mejor le apetece empezar a leer esa misma noche».
Habría que escuchar la opinión de los distribuidores y la de las pequeñas editoriales.
(Imagen tomada de Vilaweb)
Carlos dice
Creo que estamos llegando poco a poco al sistema alemán. En Alemania sólo hay dos grandes distribuidores y trabajan a todas las editoriales (grandes, medianas y pequeñas), y creo que es un avance porque los libreros no se vuelven locos con tantos albaranes de tantas distribuidoras y como se centraliza en las dos, los comerciales se distribuyen el trabajo mucho mejor.
Podría ser un paso, máxime cuando las editoriales pequeñas, como nos pasa a nosotros, no logramos que nos distribuyan bien y tenemos que hacerlo con nuestra propia distribuidora creada en la propia editorial.