Los agentes literarios llevan ya un tiempo replanteándose su papel y su modelo de negocio. Algunos, como Wylie o la propia Carmen Balcells, se han metido a editores vendiendo las versiones digitales del catálogo de sus clientes. Otros, han decidido ampliar su oferta a la prestación de servicios editoriales al autor.
Pero ¿qué pasaría si los agentes deciden actuar como editores de las novedades de sus clientes, saltándose el eslabón del editor en la cadena de valor del libro?
Un post de Samantha Francis en el blog de Booknet Canada ofrece una visión muy acertada que traduzco:
El lunes, The Bookseller informaba que los agentes literarios en el Reino Unido están «discutiendo en privado la eliminación de una cláusula que les impide actuar como editores.» Esto podría suponer un asunto preocupante. Para los editores, sí, pero más aún para los autores.
Es muy honrado por parte los agentes del Reino Unido identificar esto como un cambio en su dinámica y discutir si se lleva a cabo o no dicho cambio. Es importante y merece un escrutinio. Pero, ¿qué sucede realmente cuando un agente publica a su autor? Vamos a analizarlo.
Hasta hace poco, cuando un autor firmaba con un agente, la estructura de la comisión se basaba en la venta de derechos. Si los derechos se vendían a un editor, el agente obtenía una comisión sobre el adelanto y las regalías. Por lo general, los agentes cobraban al autor los gastos de lanzamiento, lo que incluía el fotocopiado y el envío de manuscritos, pero no le facturaban su tiempo. Si los derechos no se vendían, el agente no ganaba nada. Éste era un claro incentivo. También era trabajo del agente abogar por el autor a través de todo el proceso editorial, desde la edición a la publicidad pasando por los derechos de reversión. Si un editor cometía algún error o dejaba pasar alguna oportunidad, el agente lo ponía sobre aviso, intervenía y ejercía presión sobre el editor para corregir el problema.
Si el mismo agente quiere ahora publicar libros de un autor, las cosas se ponen un poco más complicadas.
Si el agente quiere ser editor -aunque sólo sea editor digital, lo cual sólo funcionaría para el fondo editorial, porque ningún editor en su sano juicio compraría sólo los derechos en papel– debe comprar los derechos del autor, establecer un porcentaje sobre las regalías y negociar un contrato. Pero, ¿cómo se negocia dicho contrato? ¿Quién representa al autor en estas negociaciones? Si el agente quiere ofrecer los mejores y más competitivos servicios a su cliente/autor, deberá ser un experto en producción/conversión, publicidad, marketing y ventas. ¿Están los agentes cualificados para desempeñar estos roles cruciales?
Y, por supuesto, está la pregunta más siniestra de todas: Un agente, cuya la empresa se sostiene a través del dinero que genera su propia división editorial más que por las comisiones sobre un pequeño adelanto, ¿recomendaría un acuerdo modesto con una editorial más pequeña a su cliente o potencial autor?
En la parte logística del asunto, supongo que los agentes tendrán el personal y la formación necesaria para proporcionar servicios comparables a los ofrecidos por una editorial. Eso supone una inversión importante en personal.
¿Pero cuáles son las posibilidades de que los agentes realmente compren los derechos de publicación al autor? (Para ser justos, no sé de agentes que en la actualidad publiquen libros que no paguen un adelanto a los autores.) Pero si no lo hacen ¿de qué estamos realmente hablando aquí? ¿Cubrirá el agente los costes de producción, edición, comercialización y gestión de ventas, como una editorial profesional, o cobrará estos gastos al autor?
Si el autor paga, entonces está, efectivamente, autopublicándose y contratando a un gestor de servicios. Si el agente/gestor de servicios cobra una tarifa plana por la organización de la producción, publicidad y venta al menor, pero no por los derechos de autor, las cosas son más aceptables. Pero si además de esto los agentes también deducen al autor un canon por las copias vendidas, nos encontramos con otro gran conflicto. En ese caso, el agente/gestor de servicios estaría cobrando como una editorial comercial sin aportar lo que proporciona un editor comercial. El escritor estaría pagando dos veces. ¿Por qué un escritor que se autopublica debe pagar un canon sobre sus derechos de autor? Simplemente no tiene sentido.
Tampoco está claro por qué los escritores querrían utilizar intermediarios para autoeditarse.
Reconozco que esta idea está aún en pañales, pero es difícil entender su mecánica. Si los agentes se aventuran a editar, los autores tendrán que mantener una estrecha vigilancia sobre sus asuntos y leer sus contratos con mucho cuidado. Afortunadamente, al menos en el Reino Unido, parece que los agentes tendrían conseguir que sus autores firmaran nuevos contratos para ampliar la relación comercial más allá de la representación editorial. Pero también las editoriales tendrán que tener cuidado cuando traten con agentes que además sean competidores directos.
Tienda del ebook dice
Buenas noches:
Desde luego este artículo, aparte de muy interesante, nos da una idea de que actualmente no hay ideas claras -valga la redundancia- de cómo hacer las cosas desde la explosión de ventas del libro electrónico. Y eso es inquietante para las tres partes, autores, agentes y editores. La lucha entre bastidores se ha iniciado, solo queda ver el acto final.
El único beneficiado, a mí modo de ver, es y creo que seguirá siendo, el cliente final, el lector, todos nosotros.
Un saludo
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