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Hablar de cómo la crisis afecta -o afectará, para los más apocalípticos- diversos sectores, se ha convertido en una actividad usual entre periodistas, bloggers, columnistas, políticos y todo aquel que levante la mano para opinar sobre las causas del despido de su amigo, hermano o vecino. En posts anteriores os mencionamos las dificultades y retos que, desde hace algunos años, afronta la prensa en soporte de papel. Ahora, más que incidir en ello, conviene observar el desplazamiento (acelerado, como lo exige una época de ajustes) de las «fuentes de credibilidad», del papel a un recurso digital tan democrático, breve e instantáneo como Twitter.
Mientras que el Grupo Prisa, dueño de El País y Santillana, mantiene sus cuentas en positivo gracias a la venta de edificios, y el New York Times suspende el pago de dividendos, además de incluir publicidad en su portada por primera vez en la historia del diario; un informe de la consultora Abrahams Research elaborado en 2009 indica que Twitter es el medio social más conveniente para hacer negocios. ¿Cómo? Quizá esa sea la pregunta que en este momento les quita el sueño a Marc Zuckerberg, creador de Facebook, y a los felices padres de Twitter, Biz Stone y Evan Williams.
Por el momento, el crecimiento de Twitter en en 2008 otorga a sus creadores suficientes motivos para sonreír. Como medio de comunicación, las posibilidades de Twitter son infinitas y requieren de una transformación en nuestra forma de entender, procesar, utilizar y participar de la creación de fuentes de información, como lo señala Frances Pisani. Las «fuentes de información» son todas aquellas personas que ven algo y lo twittean, incluidos nosotros mismos. Tienen credibilidad porque son «como uno» y están en el lugar de los hechos. Además, se han creado herramientas como Twitter Search: http://search.twitter.com, que permite la búsqueda de twitteos por palabra clave, actualizándose a la velocidad de los twitteos en todo el mundo. En tres palabras: información al instante.
Sin embargo, Twitter no está libre de críticas y del mal manejo de la información. Crear un efecto «bola de nieve» que mueva a varios internautas en poco tiempo puede ser muy fácil, aunque el dato falso acabe descubriéndose con el paso de las horas. El criterio de cada usuario decide a qué información dar crédito.
En esta nueva forma de relacionarse con la información, las noticias requieren de la interacción con el lector para ser validadas… o no. La réplica inmediata del lector legitima a la noticia como tal, mientras que la sección de cartas del lector de los medios en papel adquieren un rol cada vez más pasivo.
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