Este fin de semana leíamos en un artículo escrito por Peter Olson, ex CEO de Random House Mondadori, y Bharat N. Anand, experto en estrategia corporativa, cuáles son las preguntas que deben formularse los editores ante la evolución del sector editorial. Para ambos autores, toda la discusión sobre digitalización, precios, nuevos mercados, etc. podría englobarse en tres interrogantes:
1. ¿Cómo podemos mejorar toda la experiencia lectora – no sólo el acto lector-, sino también el hecho de buscar, comprar y construir una biblioteca, y no sólo en soporte de papel o digital, sino combinando ambos formatos?
2. ¿Cómo podemos crear opciones de precio que incrementen la demanda de libros y detengan el decline de los hábitos de lectura?
3. ¿Cómo podemos construir un nuevo modelo de negocio atractivo para los autores y suficientemente rentable para los editores y vendedores online?
Si bien Amazon en los últimos cinco años ha seguido una estrategia que evidencia que Jeff Bezos tiene claro el camino de la compañía en el terreno del comercio de libros en el mundo digital, y Google podría abrir su librería online en las próximas navidades, los autores sostienen que la venta online está a la espera de una segunda ola innovadora.
La innovación del Kindle no fue el mejorar la lectura (muchos e-readers anteriores ofrecían experiencias lectoras muy similares), sino alterar de manera dramática la experiencia de compra a través de su capacidad inalámbrica. Innovaciones similares están destinadas a ocurrir en el terreno de las ventas y el marketing. Hasta ahora, las cubiertas de los libros diseñadas para quedarse en las estanterías durante largos períodos han sido la base del posicionamiento de libros, obviamente los editores podrían hacer una mejor labor diseñando cubiertas orientadas a versiones online que no sólo serían más atractivas y dinámicas, sino potencialmente interactivas. De igual manera, la versión digital de un libro podría ser un portal a información adicional sobre el autor o el contenido -imaginen aprender, justo después de leer «Lolita», sobre cómo Vladimir Nabokov escribió la novela, o acceder a una demostración visual del experimento de Robert Millikan sobre la gota de aceite, justo luego de leer el capítulo sobre cargas electrónicas. La personalización de recomendaciones es otra cuestión inevitable: cada lector confía en las recomendaciones de unas cuantas fuentes fiables, además de seguir sus impulsos de compra. Juntas, estas innovaciones en la experiencia digital harían que el porcentaje de ventas online sea mucho mayor que un 10 o 15% de las ventas totales.
¿Qué sucede cuando nos enfrentamos ante dos gigantes distribuidores online como Amazon y Google? ¿Existe capacidad de negociación? Un reciente artículo de la revista Time incide en el problema que significa perder poder de negociación ante una compañía que, como Amazon, basa gran parte de su estrategia de ventas en los descuentos y la distribución gratuita a puerta de casa del cliente (no hay duda de por qué logra fidelizarlos). Como indica el artículo de Time;
Editar es un negocio sutil y los editores no están acostumbrados a jugar duro. Amazon lo hace. «Creo que es justo decir que hay una tensión», dice Jim Milliot, director de negocio y noticias de Publishers Weekly. «Son el vendedor online dominante. Los editores no están en posición de argumentar o darles pelea». El año pasado, en una reyerta bastante publicitada, Amazon desactivó el botón de «Cómpralo con un click» en algunos de los libros de la división en el Reino Unido de Hachette, luego de tener algunos desacuerdos sobre los términos de venta con la editorial.
¿Habrá que temer a estos gigantes? Como bien lo señala el artículo publicado por la Librería Garoa sobre la apertura de la librería de Google;
Cuanto más tarde el sector del libro en aceptar la lectura digital como el futuro de la lectura, más difícil nos lo ponemos a nosotros mismos. El único benefactor de la negación de tan obvia realidad, va a ser la piratería. Si no damos los pasos acertados, el lector acudirá a la piratería en busca de lecturas, creando un hábito basado en la mezcla inseparable entre gratuidad y digital. No podemos permitir que el único sitio donde se pueda encontrar las últimas novedades sea emule. Conociendo los antecedentes de la música no podemos seguir sus mismos caminos. Estamos a tiempo de cambiar esto, pero no nos quedan muchas oportunidades.
Si prestamos atención a las tres preguntas planteadas al inicio, lo realmente importante -incluso para determinar el valor monetario del contenido digital-, es la calidad y el valor agregado que se le sepa dar a éste. Visto así, más que un quebradero de cabeza, lo que otorga esta doble perspectiva es un posible juego entre el soporte de papel y el digital que permite crear productos por completo novedosos y que soprendan al lector nativo digital.
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