Nos adentramos en un mundo editorial digital donde la autoedición subirá como la espuma, la tecnología marcará tendencias literarias, los precios a la baja de los libros electrónicos provocarán la desintermediación y las habilidades editoriales requeridas durante el último siglo se volverán prescindibles y obsoletas.
La cadena de valor del libro digital se verá profundamente afectada por estas circunstancias y mutará, tanto en los agentes como en los procesos. Surgirán nuevas profesiones, desaparecerán otras y muchas deberán reinventarse. Éste último caso es el de los agentes literarios.
El agente literario cumple un importante papel cuando el autor -por desconocimiento o por falta de interés- no quiere afrontar las negociaciones contractuales, la formalización de las cesiones de derechos y demás aspectos previos a la publicación de su obra por un editor. También sirve de comercial al escritor, buscando para su manuscrito el editor adecuado.
Sin embargo, el editor es cada vez más autosuficiente a la hora de buscar autores y títulos. A menudo llega a los autores directamente, y el agente literario actúa como mero gestor o asesor contractual. Y eso si media un agente, porque también son muchos los escritores que prescinden de los agentes para ahorrarse su comisión (que puede llegar al 15% del adelanto obtenido).
¿Qué futuro le espera, pues, al agente literario?
Jane Friedman resume muy bien los tres nuevos modelos de negocio que están empezando a desarrollar los agentes literarios en EEUU y que creemos que acabarán imponiéndose también en los países de habla hispana:
1. Gestión integral de la carrera del autor: En este caso, el agente literario se comporta más como un socio del autor que como un intermediario, y participa con él en una carrera de fondo a largo plazo. Además de prestarle servicios de edición de sus textos, le ayuda en la creación de su marca de autor, a reafirmar su presencia en las redes, a conformar y ejecutar campañas de marketing.
2. Servicios editoriales convencionales: Como expertos en la industria editorial y conocedores de los gustos de los editores, los agentes literarios pueden ser buenos editores de mesa (o editores junior) para los escritores. Es decir, pueden ayudar al autor a presentar al editor un manuscrito que se adapte al estilo del catálogo de la casa.
3. Servicios de publicación: Un buen ejemplo es el agente literario Scott Waxman, precursor de Diversion Books. Diversion publica libros digitales originales y está enfocado en las obras que no tienen un lugar en el mercado comercial actual, pero también ofrece servicios editoriales tradicionales (packaging) y de marketing. Una especie de híbrido entre la edición, la autopublicación y la agencia de publicidad.
Probablemente irán surgiendo más variantes a estos tres modelos, adaptándose a las necesidades de los escritores y las exigencias del mercado. Lo que está claro es que los agentes literarios tendrán que reinventarse o desaparecer.
Como las librerías, los distribuidores, los editores junior, los maquetadores…
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David Allen dice
Empiezán aparacer estos agentes 2.0, que son un hibrido entre los agentes de toda la vida, editorial, agencia de marketing y empresa de servicios editoriales. Pueden aportar mas a los autores, que lo que hacían anteriormente, por un precio menor y con un enfoque mas apropiado a las necesidades de hoy. Ahí donde ni llegan las autopublicaciones ni las editoriales tradicionales. Un ejemplo de estas es http://www.eautores.es pero seguro que surgirán mas en las proximas fechas…. pura evolución.