Leíamos el pasado 2 de marzo en La république des livres una entrada titulada Edition : de curieuses pratiques en la que Pierre Assouline llama la atención sobre la amonestación que acaba de emitir la Association des traducteurs littéraires de France contra la editorial Autrement debido a una comunicación que les envió recientemente a sus traductores. Assouline da cuenta de la situación en los siguientes términos:
El 24 de febrero la editorial Autrement dirigió una circular a sus traductores invitándoles de alguna manera a «hacerla parte de sus descubrimientos» para poder continuar publicando libros extranjeros: «corazonadas. Aquellas de los traductores y las nuestras». En cierta manera a hacer en su lugar el trabajo de editor (lectura de la prensa literaria extranjera, contacto con los scouts, investigación en los catálogos de novedades en el extranjero, etc). Voluntariamente, por supuesto, está implícito en el mensaje aunque el editor Henry Dougier lo desmienta.
No parece que estemos ante nada ilícito aunque sí frente a una práctica poco ética en la medida en que promueve la precariedad laboral entre unos profesionales a quienes, como bien lo señala Assouline, a menudo les debemos la aparición de un libro extranjero en nuestros países. Es cierto que el sector necesita profesionales proactivos pero también lo es que su esfuerzo merece un reconocimiento que en ocasiones se le niega —Assouline destaca que en su boletín de novedades Autrement ni siquiera se toma la molestia de citar el nombre de los traductores de los libros extranjeros que ha publicado—.
¿Estaremos frente a una de las prácticas del fenómeno de la «edición low cost» al que se referían el pasado 7 de marzo Manuel Gil y Francisco Javier Jiménez en su estupendo blog Paradigma Libro?
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