El gran problema de la edición del siglo XXI deriva de la hiperproducción de títulos, que dificulta al lector la tarea de encontrar los libros que se ajustan a sus gustos e intereses y que resta visibilidad —cuando no anula— a los libros del editor.
La mayoría de las posibles soluciones pasan por la construcción de potentes motores de búsqueda que aúnen criterios semánticos, criterios sociales y criterios SEO. Hay muchas empresas trabajando en ello, sobre todo las grandes librerías, que compiten entre ellas no sólo en precios, sino también en servicios, y facilitar al cliente búsquedas efectivas es un buen servicio.
Las pequeñas librerías independientes juegan con la enorme desventaja de no tener la capacidad financiera para posicionarse bien en buscadores ni para ofrecer búsquedas semánticas ni sociales en sus webs, sin embargo tienen un activo del que adolecen las grandes (de momento): el criterio del librero.
Google eBooks se presentó como una solución alternativa, ya que ponía a su disposición su motor de búsqueda y les proporcionaba una plataforma desde la que vender libros. Sin embargo, a los libreros les resulta cara y adolece de muchas de las necesidades sociales y de marketing que se necesitan actualmente para vender.
Con intención de suplir esas carencias, y —en palabras de su fundador— de sustituir a Google eBooks— se ha creado Zola Books, una plataforma de venta de libros digitales para las editoriales independientes. Fundada en septiembre de 2011, Zola ofrece a los lectores lectura social y una macro librería; a las librerías independientes, un nuevo lugar para vender libros digitales, y los editores, otro escaparate donde exhibir títulos.
Si Zola Books cumple todo lo que cuenta y dice que va a hacer y tener, sería algo así como la librería casi perfecta.
Una librería formada por pequeñas librerías…
«Los libreros son irremplazables», con esta declaración de intenciones empieza Zola Books la explicación de sus servicios.
Si fuera un edificio de ladrillos, Zola sería como la planta de moda de señora de El Corte Inglés. Se trata de un solo local diáfano dividido en espacios ocupados cada uno por una marca diferente y decorados según las directrices corporativas correspondientes. La compra se hace a la marca, pero el pago se hace a El Corte Inglés, que es quien luego reparte a cada uno su porcentaje. En el caso de Zola, los libreros pueden crear su propia tienda virtual con la selección de títulos que creen que buscan sus clientes, decorarla con sus logos y completarla con enlaces a su propia tienda, actividades, blogs, etc., de forma que no sólo el librero no pierda su identidad, sino que, al contrario, pueda ser valorado por ella y atraer a un mayor número de clientes.
…pero también por editores que quieran hacer venta directa
Más que competencia puede entenderse como colaboración. Los editores pueden vender su catálogo en Zola sin intermediarios (salvo la comisión de Zola y la de la tarjeta de crédito, obviamente), pero para ello van atener que hacer un esfuerzo por atraer compradores a su tienda en la plataforma.
Sin embargo, los esfuerzos de los libreros por recomendar y seleccionar títulos no van a quedar en vano. Por una parte, los lectores podrán hacer que parte de los ingresos por sus compras vayan directamente a su librero favorito, haga la compra donde la haga; por otra, los libreros que promocionen activamente un título en su tienda se verán favorecidos por la compra de esos títulos aunque sea en la tienda del editor. De comprobarlo se ocupan los motores de rastreo de la web.
Un reparto más equitativo
Los libreros venden, pero es Zola la que se ocupa del cobro de los libros y la que luego paga el porcentaje correspondiente al librero: un 60% de los ingresos netos de cada venta (se descuenta el 4% de la tarifa de transacción que se paga al proveedor de la tarjeta de crédito).
En cuanto a los editores, si venden a través de la plataforma Zola obtienen un 70% de cada venta. Modelo de agencia declarado sin rubor y por escrito.
El reparto se ve mejor con el ejemplo que pone Jeremy Greenfield en Digital Book World: si la editorial Leemás, que ha firmado con Zola, vende 9,99 $ de libros digitales, alrededor de 7 $ irán a la editorial; 1,55 $ son para a la librería; 1,05 $ van a Zola, y 0,40 $ se destinan al proveedor de la tarjeta de crédito.
Herramientas sociales para la formación de comunidades
Como no podía ser de otra manera, Zola también tiene una aplicación de lectura a través de la cual los clientes pueden leer los libros que compren.
Y ha integrado las herramientas sociales, permitiendo que los lectores interactúen entre sí dentro de los libros (lectura social) y también que puedan seguir a las diferentes librerías, editoriales, autores o curadores, entre los que habrán creadores de tendencias, críticos literarios, clubes de lectores y blogueros.
Si estas herramientas sería imposible la formación de comunidades de lectores, uno de los grandes objetivos de Zola Books y unos de los grandes retos para los libreros.
Datos de los lectores compartidos con los editores y los libreros
Zola compartirá con editores y libreros la información sobre quiénes son y dónde están sus lectores, así como lo que les gusta leer. Tendrán acceso a los análisis de Zola, incluyendo los datos demográficos y geográficos.
Un buen motor de búsqueda
Zola tiene su propio motor de búsqueda, basado en la «curación»/recomendación/selección de títulos (incluso han patentado alguna de sus partes y han registrado el término curation engine, «motor de curación»), que como el motor de Netflix de filtrado colaborativo, pero mezclado con la recomendación humana en la parte final.
Pero a este motor hay que añadir a parte humana, protagonizada por los libreros y por otros recomendadores profesionales (blogueros, editores y críticos literarios), a quienes las herramientas sociales permiten seguir. El motor de curación también sugiere a los lectores a quién seguir en función de sus compras y gustos.
Venta afiliada para editores y recomendadores
Además de ofrecer un escaparate a las librerías, Zola proporcionará páginas a los editores, críticos literarios y blogueros influyentes. Por los libros vendidos a través de esas páginas recibirán una comisión de afiliación, que variará dependiendo de quién o qué es el afiliado. Cada tienda cuenta con herramientas que permiten una integración sencilla con las plataformas sociales más importantes, por lo que es posible mantener actualizadas las páginas mediante Twitter.
Herramientas para fidelizar al comprador
Para las librerías independientes tienen una herramienta añadida que pueden usar para vender libros digitales: pueden persuadir a sus clientes para que asocien a ellas todas sus compras en Zola. Los lectores que deseen apoyar a su librería local pueden «prometer lealtad» a esa tienda y dirigir a ellas todas sus compras. Cada vez que compran un libro digital en Zola, la compra se redirigirá a la tienda mediante etiquetas de rastreo de URL, porciones de código que aparecen al final de una dirección web que identificarán al comprador.
Zola Books se ha propuesto como objetivo la captura de un 1% del mercado de libros digitales en los EE.UU. a finales del próximo año, y convertirse en la mayor librería de los EE.UU. en los próximos cinco – diez años. Lograr ese 1% del mercado de libros digitales en 2013, le supondría un negocio de entre 30 y 40 millones de dólares. Buen principio.
Genial! La pregunta es entonces… al autor del libro, a esa persona sin la cual la obra ni existiría, van a seguir dejándolo en el fondo del tarro?
Si el autor publica bajo un sello editorial lo normal es que deje a su editor el tema de dónde se vende y a qué precio, y es el editor es que le liquida los royalties en el tiempo pactado entre ambos. De ahí que el autor no aparezca en la explicación de lo que es la librería.
Otra historia es cuando el autor se autopublica. Según explica Zola Books en su web, todavía no tienen previsto aceptar obras de autores independientes, aunque están en conversaciones con Smashwords, una importante empresa de autoedición, sobre una futura colaboración. Habrá que esperar para ver qué condiciones se les da a estos autores.