Al hilo de unos comentarios sobre Edición 2.0. Los futuros del libro, un texto de Joaquín Rodríguez que la editorial Melusina ofrece a sus lectores en forma de descarga gratuita, el autor del blog Bajarse al Bit formula las siguientes reflexiones acerca de cómo capearán los editores la creciente irrupción del libro digital en nuestros usos lectores.
«La crisis es un cambio de canal que obligará a redefinir cuotas y márgenes, y eso es lo que asusta, pero como apuntan algunos editores hay posibilidades de reconversión que garantizan la viabilidad del sector:
a) Cambios en la distribución de las ganancias, siendo el autor el más beneficiado gracias a la eliminación de intermediarios. Para que luego se rasguen las vestiduras compositores e intérpretes
b) El editor adoptará un papel de selección de textos con valor añadido en un mercado saturado de novedades. Esta es la única alternativa que les queda a los pequeños libreros: convertir sus locales en tiendas online donde llevar a cabo su labor de intermediación/venta sobre géneros y temas superespecializados. No será fácil.
c) La publicación dejará de ser una actividad ligada a las editoriales, puesto que no hará falta convertir el texto en objeto de papel. El autor entregará su obra en formato electrónico y si acaso el editor le añadirá enlaces de valor añadido. Este proceso no tiene por qué quebrar la sagrada integridad del texto que posee la literatura en papel; así que nada de intercalar enlaces ni convertir la obra en un hipertexto.
d) Como todo mercado que se digitaliza, habrá que trabajar con microaudiencias, segmentando al máximo géneros y productos. Los medios de comunicación serán los encargados y los responsables de dar a conocer los «libros transversales», que se convertirán –igual de las series, las películas, las canciones y los programas de éxito– en el auténtico pegamento cohesionador en una sociedad que avanza sin parar hacia el marketing individual y que amenaza la existencia misma de un espacio público en el que encontrar elementos comunes para debatir. No se me va de la cabeza esta advertencia de Dominique Wolton y no me cansaré de predicarla porque estoy convencido de su absoluta verdad.»
Vía Bajarse al bit
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